
Washington.- Cuando Barack Obama decidió atacar a su contendiente republicano, Mitt Romney, por su pasado como empresario de Bain Capital —un corporativo especializado en la restructuración de empresas mediante salvajes ajustes de personal—, el presidente estadounidense definió la estrategia de su campaña para la reelección bajo el esquema de “hombre rico contra hombre pobre”.
La decisión de exponer el tipo de capitalismo practicado por Romney, beneficiando a los inversores ricos a expensas de los trabajadores, se ha convertido en la mejor apuesta de la campaña Obama para presentar al candidato republicano como el campeón de las élites, mientras Obama se juega el todo por el todo con la clase media y las minorías.
Apenas la semana pasada, Obama iniciaba desde Iowa una ofensiva para tratar de recortar la estatura de Romney como exitoso hombre de empresa. “Está muy bien que alguien se dedique a adquisiciones corporativas. Pero ese no es el trabajo de un presidente”, dijo el mandatario al considerar contradictorio que alguien que aspira a la primera magistratura del país y a defender el bien público, se conduzca con criterios de lucro personal y beneficie con su acción a quienes ya son ricos.
La ofensiva de Obama ha conseguido desnudar el talón de Aquiles de Mitt Romney, un político que ha crecido a la sombra de su padre, George Romney, el fundador de una poderosa estirpe política, religiosa y empresarial, quien allanaría el camino de Mitt a las grandes ligas de la política y al mundo de los negocios. Precisamente, al término de su carrera en las mejores universidades de Estados Unidos y gracias al apoyo de su familia, Romney pudo fundar la empresa consultora Bain Capital, donde fungió como presidente y cosechó lo que sería la base inicial de su inmensa fortuna que la publicación online Politico estimó en poco más de 250 millones de dólares.
Si de comparar se trata, la fortuna de Romney es al menos 35 veces la de Obama que ha declarado una fortuna que oscila entre los 2.5 y los 7 millones de dólares. Y, en caso de resultar elegido el próximo mes de noviembre, se convertiría en uno de los presidentes más ricos en toda la historia de Estados Unidos.
La necesidad de escapar de la caricatura que la campaña Obama ha conseguido crear, para atrapar a Romney y evitar que siga avanzando en las encuestas, ha obligado al candidato republicano a trabajar sobre una estrategia de control de daños para evitar pasar por un hombre rico y desconectado de la realidad que aqueja a millones, en el marco de una recesión que se resiste a abandonar el tejido económico y laboral de Estados Unidos.
“Yo no soy el primer hombre rico que llega a la política. Otros como Franklin D. Roosevelt o John F. Kennedy también fueron ricos y exitosos”, aseguró Mitt Romney en una entrevista a la cadena FOX, en un intento por neutralizar la campaña orquestada por el equipo de Obama.
“Esta no es una nación que divida a la gente por ser o no exitosa. Nosotros siempre buscamos a gente que tenga éxito para que sus habilidades hagan nuestra vida mejor”, añadió Romney en un intento por ofrecer a los electores el retrato hablado de sí mismo como el próximo presidente de Estados Unidos.
Según la más recienta encuesta de Gallup, la mayoría de los estadounidenses consideran a Romney como el hombre mejor preparado para sacar adelante la economía.
Mientras un 55% consideran que Romney haría un mejor papel como presidente en el terreno de la economía, sólo un 45% dan el beneficio de la duda a Obama.
“Si pensamos en el presidente como el mariscal de campo que va a ganar el partido, los electores consideran a Romney mejor que Obama para ganar la partida”, resumió Frank Newport de Gallup. Si la estrategia de atacar a Romney, bajo el esquema de “hombre rico contra hombre pobre” da resultados, las urnas se encargarán de dar el veredicto final en noviembre próximo.
Por el momento, en términos de popularidad, Obama y Romney fluctúan de semana en semana entre el empate técnico y una leve ventaja para alguno. Para la mayoría de los analistas, esta circunstancia complica seriamente cualquier ejercicio de vaticinio. “Las contiendas presidenciales no son estáticas y todos los sondeos realizados con antelación representan tan sólo una tendencia que, en el último momento, podría ir en uno u otro sentido para favorecer a cualquiera de los candidatos”, aseguró Larry Sábato, de la Universidad de Virginia, al recomendar una lectura cautelosa de todas las encuestas cuando aún faltan seis meses para las elecciones presidenciales.
Agencia El Universal