INAH abrirá museo con vestigios del Barrio Oaxaqueño de Teotihuacán

Los vestigios arqueológicos recuperados del sector urbano conocido como el Barrio Oaxaqueño de la antigua ciudad de Teotihuacán, a tres kilómetros de la zona arqueológica, tendrán en 2012 un espacio museográfico propio, que exhibirá elementos relacionados con un grupo de origen zapoteca que se asentó en el valle de Teotihuacán durante la época Clásica.

Producto del trabajo que un equipo multidisciplinario de especialistas del INAH realiza desde 2008 en el sector localizado en la colonia El Mirador del municipio de San Juan Teotihuacán, el museo dará cuenta de la presencia de la cultura zapoteca en Teotihuacán. Una cultura “que se integró a la sociedad urbana manteniendo sus elementos de identidad étnica y dándole a la ciudad de Teotihuacán un carácter cosmopolita”, según la arqueóloga Verónica Ortega, directora del proyecto.

El museo, de apenas 200 metros cuadrados y cuyo financiamiento se desprenderá del 5% de ingresos que anualmente el municipio de San Juan Teotihuacán recibe de la venta de entradas a la zona arqueológica, exhibirá más de 300 piezas arqueológicas y un conjunto habitacional que dará cuenta de la variedad arquitectónica de esa civilización, caracterizada por el uso de pisos enlajados. Contendrá, además, una sección etnográfica que mostrará las tradiciones de la comunidad oaxaqueña que actualmente habita la zona.

“Son piezas inéditas que nunca han estado expuestas y que nos hablarán de la diversidad cultural en Teotihuacán. La gente podrá conocer una estructura con la plaza enlajada y su altar principal, para ver cómo eran las construcciones del Barrio Oaxaqueño. Tenemos un acervo con más de 300 piezas completas y toneladas de material cerámico y lítico”, dijo la arqueóloga en entrevista telefónica a EL UNIVERSAL.

La construcción de este museo, indicó Verónica Ortega, será resultado de los trabajos de investigación iniciados en 2008 con el fin de evitar daños a los vestigios y pérdida de material arqueológico que está causando el crecimiento urbano en esa área.

Hasta ahora se ha logrado estudiar ocho de los 40 conjuntos habitacionales localizados en ese sector, tres de los cuales habían sido parcialmente estudiados en la década de los 70.

En esas tres primeras estructuras arquitectónicas, comenta la arqueóloga, se habían encontrado tumbas de tradición oaxaqueña con ofrendas como vasijas efigie, similares a las halladas en Mote Albán, así como una tumba con un numeral zapoteco.

Pero a lo largo de los últimos cuatro años de trabajo, el equipo de Verónica Ortega ha logrado recuperar numerosos vestigios que muestran la interacción que las ciudades de Teotihuacán y Monte Albán mantuvieron durante un lapso de aproximadamente 300 y 400 años (del 50 d.C al 650 d.C).

“En los conjuntos habitacionales se ha descubierto un patrón arquitectónico donde predominan los pisos enlajados, como una especie de mosaicos de piedra, y a diferencia del resto de la ciudad de Teotihuacán, donde siempre hay plazas rodeadas de tres templos, en éstas solamente hay un templo en el lado oriente”, explica Ortega.

Se han hallado además varias tumbas totalmente selladas, con ofrendas con vasijas zapotecas, imitaciones de cerámica oaxaqueña realizada en Teotihuacán e incluso restos de perros domésticos. En una de esas urnas, durante la última temporada de trabajo se localizó una vasija que representa al dios del inframundo de los valles centrales de Oaxaca, conocido como Dios 5 F o “Dios con tocado de ave de pico ancho”.

También se han encontrado estructuras en forma de tinas, a las que se ofrendaban entierros con caracoles marinos y vasijas en formas de tortugas, que indica la práctica de rituales acuáticos. Además, los vestigios otorgan datos de que en esa área se asentó gente proveniente de occidente, de Michoacán y Guanajuato, lo cual ampliaba las redes de comercio y comunicación política de la antigua ciudad de Teotihuacán con regiones lejanas.

Otro descubrimiento importante es la constante presencia de perros domésticos, que los zapotecas consumían como alimento y que, además, ofrendaban en las tumbas.

Estos hallazgos, dice la arqueóloga, permiten reforzar la idea de que Teotihuacán era una metrópoli multiétnica que integraba a comunidades foráneas, en especial la zapoteca, que contrario a lo que se creía, se asentaron en el Valle de Teotihuacán desde las dos primeras fases de construcción de la ciudad: “Se creía que habían llegado en épocas tardías, ahora sabemos que desde el 100 d.C están presentes en los Valles centrales de Teotihuacán. Esto demuestra que el desarrollo de la sociedad de Teotihuacán siempre estuvo permeada e influenciada por lo que pasaba en otras regiones; no es un desarrollo aislado, comparte tradiciones con otras regiones de mesoamérica, sobre todo con los de la zona sur”.

Una coincidencia histórica

A pesar de la cantidad de vestigios e información arqueológica que se ha recuperado en ese sector urbano, Ortega asegura que algunos conjuntos arquitectónicos fueron afectados por la construcción de casas nuevas. Por eso, el INAH, en colaboración con el gobierno municipal de San Juan Teotihuacán y el del estado de México, ha logrado generar un plan urbano para proteger toda esa área. “Hay un proyecto de protección que además busca potencializar el paisaje cultural del Barrio Oaxaqueño, ya que se ubica en la ladera del Cerro Colorado, desde donde se observa un paisaje maravilloso hacia la Calzada de los Muertos y las Pirámides”, afirma la arqueóloga.

Más allá de la recuperación de la información arqueológica, dice Ortega, el proyecto se hace para ampliar la oferta cultural de Teotihuacán, para dar a conocer el patrimonio cultural a los habitantes de la zona, y para mostrar que desde tiempos prehispánicos y hasta la actualidad, en la zona hay presencia de gente oaxaqueña. “Queremos mostrar la relación multicultural en el Valle de Teotihuacán que hasta nuestros días se mantiene”, asegura.

Pero la presencia actual de una fuerte población oaxaqueña en la colonia El Mirador (unas 2 mil personas), en la misma zona donde hace cientos de años se asentaron sus antepasados zapotecas es sólo una “curiosa” coincidencia histórica.

“Los habitantes actuales de la zona llegan al valle de Teotihuacán en los 80 y curiosamente se asientan en el mismo lugar donde estuvo el Barrio Oaxaqueño. Esto se da porque ahí instalan el cuartel militar de la zona y la mayoría de la tropa provenía de Oaxaca; compran terrenos junto al cuartel militar y por eso ahora hay personas provenientes de la mixteca, de los valles centrales y de la sierra norte de Oaxaca”, explica.

Esta vinculación histórica ha abierto una línea de investigación etnográfica, la cual también será exhibida en el museo en 2012. “Los antiguos oaxaqueños traían sus propias urnas y enterraban a su gente en tumbas de tradición zapoteca; los habitantes de la comunidad actual tienen también sus propias fiestas y sus creencias religiosas propias”.

Por ahora, la cantidad de vestigios arqueológicos recuperados están siendo analizados en el laboratorio de la zona arqueológica de Teotihuacán, se prepara un libro con toda la información recuperada de la investigación y se encuentra en elaboración el proyecto arquitectónico de lo que será el museo de la cultura zapoteca en el valle de Teotihuacán, que además fortalecerá la creación de un corredor ecológico, turístico y cultural en el Barrio Oaxaqueño.

Agencia El Universal