México, D.F.- Con la publicación de la Cartilla del zapoteco serrano, Estudio del huave y Glotología indígena mexicana, obras lingüísticas escritas alrededor de hace cien años por el filólogo Francisco Belmar (1859-1926), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) comenzó el rescate de la obra del destacado académico oaxaqueño, aseguró el doctor Francisco Barriga Puente, coordinador nacional de Antropología del INAH.
Durante la presentación de estos tres primeros títulos de la Colección Francisco Belmar (de un total de 14), en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Barriga Puente señaló que esta “edición facsimilar es todo un acontecimiento en el campo de la lingüística mexicana, porque pone al alcance de la comunidad académica una obra que era prácticamente inaccesible”.
Aunque la obra del Belmar —que incluye cartillas, vocabularios, gramáticas, análisis comparativos y ensayos— no fue del todo desconocida para sus contemporáneos, “en nuestra época era prácticamente inconseguible; el gran problema es que los tirajes de sus textos fueron reducidos, algunos de 60 ejemplares solamente”, comentó el especialista del INAH.
“Los lingüistas que sabíamos sobre Belmar —continuó— nos dimos a la tarea de buscar sus libros en bibliotecas de México y del extranjero, y sólo se sabía de volúmenes aislados en los fondos reservados de bibliotecas foráneas. El filólogo Maurizio Gnerre, después de una búsqueda exhaustiva, encontró el Estudio del huave (1901) en la Biblioteca “Benson” de Austin, Texas”.
El coordinador nacional de Antropología destacó que en los 14 títulos del llamado Filólogo de Tlaxiaco, sobresalen estudios sobre lenguas indígenas de Oaxaca como el amuzgo, cuicateco, trike, mazateco, chocho, papabuco y chatino, entre otras, así como un texto en defensa de dichas lenguas, titulado Importancia del estudio de las lenguas indígenas.
Francisco Barriga explicó que el Belmar, quien durante algunos años fue juez de Ixtlán, “era un lingüista muy fino porque describió y comparó con gran precisión las lenguas indígenas de Oaxaca. Para los que hoy día estudiamos estas lenguas, sus trabajos resultan sorprendentemente adecuados y científicos. Su Glotología indígena mexicana (1921) es una obra de gran síntesis donde se revela como un lingüista muy adelantado a su tiempo”.
Publicada en 1890, la Cartilla del zapoteco serrano (número 1 de la Colección), fue la primera obra filológica de Francisco Belmar. Una obra breve (sólo 30 páginas) elaborada en la imprenta L. San-Germán, de la capital de Oaxaca. Presenta, de forma muy sencilla, el alfabeto y da cuenta del silabario elicitado; así como las reglas generales sobre la pronunciación de letras. Finaliza con ejercicios de lectura.
A su vez, Estudio del huave (número 8 de la Colección), publicado en 1901, da cuenta de la lengua que se hablaba a principios del siglo XX en San Mateo, San Francisco, San Dionisio, Santa María del Mar e Ixhuatán, comunidades ubicadas en el Golfo de Tehuantepec.
Contiene un apartado mínimo de fonología, donde describe vocales, 21 consonantes y establece las reglas mínimas de los cambios de carácter morfofonológicos. Además tiene una descripción gramatical elaborada conforme a los cánones de la época, donde distingue apartados para los pronombres, sistema de numeración y la flexión de los verbos, incluyendo paradigmas de conjugación. Al final, también incluye un vocabulario español-huave, que contiene poco más de 1,600 entradas.
La Glotología indígena mexicana se comenzó a imprimir en 1914 pero, debido a la Revolución Mexicana, vio la luz en la Ciudad de México hasta 1921, es la obra cumbre de Belmar, donde intenta su propia clasificación y comparación de las lenguas indígenas que se hablan en México. A diferencia de otros estudiosos decimonónicos, como Manuel Orozco y Berra, quien propuso una clasificación de 19 familias; en esta obra Belmar sólo propone tres familias para agrupar las lenguas indígenas mexicanas: la nahuatlana, la zapotecana y la mayana.
Tesoros de Belmar, de generación en generación
El rescate de la obra del llamado Filólogo de Tlaxiaco se debió a un hecho fortuito: después de concertar una cita en la Dirección de Lingüística, se apersonó la señora Elena Osuna de Belmar, nieta política del jurista oaxaqueño, quien estaba decidida a divulgar la obra de su ancestro. Gracias a la señora Osuna, recordó Francisco Barriga, “tuve la oportunidad de tener en mis manos la totalidad de la obra de Francisco Belmar”, quien también llegó a ser ministro de la Suprema Corte de Justicia la Nación.
Además, dijo, entre los tesoros, que habían pasado de generación en generación en la familia Belmar hasta llegar al esposo de la señora Elena Osuna, se encontraron también “manuscritos y ediciones coloniales, casi todos ellos sobre lenguas oaxaqueñas”, que había coleccionado y estudiado el ilustre lingüista, que llegó a ser miembro de la Sociedad Filológica de París.
Paralelamente a este hecho, abundó Barriga, en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, que se ubica en el Museo Nacional de Antropología, se encontró encuadernada en un solo tomo toda la obra de Francisco Belmar. De esta forma, el INAH también cuenta ya con un juego de originales.
Comentó que la edición de la Colección Francisco Belmar además de estar a disposición de los investigadores interesados, se prevé entregar algunos ejemplares a las comunidades de hablantes que fueron objeto de estudio del filólogo oaxaqueño.
Todavía quedan algunos misterios por revelar en torno a los quehaceres del Filólogo de Tlaxiaco, como son “por qué nunca trabajó el mixteco, lengua de su pueblo de origen; además de cómo fue el sistema que empleó con sus informantes indígenas y, para finalizar, ¿por qué su Glotología… se interrumpe abruptamente en la página 228, es una obra inconclusa o hay una parte perdida?”, comentó Francisco Barriga.
Finalmente, Alonso Guerrero Galván, investigador de la Dirección de Lingüística del INAH, destacó la faceta indigenista de Francisco Belmar, quien se posicionó a favor de las lenguas indígenas frente a otros abogados ilustres, como Justo Sierra, que pugnaban por la castellanización de los pueblos. Su respuesta fue la publicación del folleto La importancia del estudio de las lenguas indígenas, de 1909. Además, con la edición de su Glotología… se puso a la altura del avanzado lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913).