México, D.F.- Durante la época prehispánica, civilizaciones como la mexica, maya y zapoteca dieron a los insectos un uso más allá del alimenticio, al incorporarlo a sus actividades culturales como ornamento y para fines artísticos y medicinales; esta tradición continúa hasta nuestros días entre varios grupos indígenas, como los nahuas del Balsas, en Guerrero, para el diseño de artesanías y juguetes, así como los tarascos y popolocas, de Michoacán y Puebla, respectivamente, en la elaboración y obtención de fibras vegetales.
Dicha continuidad histórica es exhibida a través de 288 piezas etnográficas y artísticas y 12 fotografías ilustrativas en la exposición Insectos y otros bichos, que se muestra a partir de hoy y hasta el 4 de mayo en la explanada de la Media Luna de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
“La exposición muestra la influencia de los artrópodos (insectos) en las manifestaciones culturales de diversos grupos indígenas del país, desde la época prehispánica hasta el día de hoy; las etnias utilizan los insectos como alimento, para curar dolencias, realizar trabajos artesanales o como tema de canciones y refranes”, explicó Carlos Teutli Solano, antropólogo físico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
“Chapulines, gusanos de maguey, grana cochinilla, acociles, abejas, hormigas, aje, ahuautle, entre otros, eran obtenidos directamente por los grupos culturales que se ubicaban alrededor de la Cuenca de México, como los tepanecas, culhuas, mexicas, xochimilcas y chalcas, debido a la gran cantidad de especies que se encontraban en la zona lacustre”, mencionó el curador de la exposición.
“Esos artrópodos —agregó— eran comercializados en los diversos tianguis del México antiguo, como los de Tlatelolco y Cuatitlán, donde la gente se congregaba para abastecerse de productos, según se menciona en el Códice Florentino, en las crónicas de fray Bernardino de Sahagún, y en los diversos artículos escritos por los etnoentomólogos Julieta Ramos Elorduy y Juan Manuel Pino, pioneros en el tema”.
De acuerdo con Carlos Teutli, algunos otros usos que las culturas antiguas dieron a los insectos fueron la adivinación y percepción mágica a través de arácnidos, así como la explotación intensiva de las abejas por parte de los mayas, mientras que los zapotecas recurrieron comúnmente a la grana cochinilla para la obtención de tintes que, a su vez, utilizaban para realizar diseños en piezas de cerámica y esculturas de piedra.
Además, según el libro Los insectos como fuente de proteínas en el futuro, escrito por la doctora Julieta Ramos Elorduy, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, las civilizaciones zapoteca, mixteca y maya utilizaban a los insectos para curar enfermedades digestivas, respiratorias, circulatorias, óseas y nerviosas.
Actualmente, los artrópodos se usan para la cura de algunas enfermedades, por ejemplo, el grillo prieto de Veracruz se emplea para combatir la avitaminosis (falta de vitaminas), las hormigas mieleras para la fiebre, y los jumiles como anestésicos y analgésicos, en tanto, el veneno de la abeja se utiliza para atender la artritis y los problemas reumatoides.
Entre las más de 280 piezas contemporáneas que se exhiben en Insectos y otros bichos, se incluyen artesanías —de madera, fibras vegetales, metal, textiles y cerámica—, máscaras, juguetes y ornamentos elaborados por diversos grupos indígenas del país, así como reproducciones prehispánicas en piedra e insectos conservados en ámbar; el conjunto de objetos proviene de la colección personal del antropólogo físico Carlos Teutli y de la Sociedad de Investigación y Difusión de la Etnobiología (Sidet).
En la muestra destaca por sus dimensiones —un metro de largo por 80 centímetros de ancho— la representación de una jaiba con rostro de mujer, elaborada en madera, por nahuas del Balsas, Guerrero.
Actualmente, grupos indígenas como los zapotecos, popolocas, tzetzales, huicholes, nahuas, tzotziles, tarascos, mayas, tlapanecos y mixtecos consumen artrópodos, debido al alto grado nutrimental que tienen (de 10 a 77% de proteínas según la especie), además utilizan sus derivados —como tintes o fibras— para la elaboración de diversos productos, e incluso los usan como fuentes de inspiración para la creación de obras artísticas, como pinturas, esculturas y juguetes.
“El aje (parecido a la cochinilla) se sigue aprovechando como aglutinante en el maqueado de jícaras en Oaxaca, la grana cochinilla para la obtención de tintes se acostumbra en los valles centrales de México, mientras que la explotación intensiva de la abeja para la obtención de miel y remedio medicinal es común en el sureste de la República Mexicana, así como el uso de los arácnidos para la elaboración de fibras vegetales en Michoacán y Puebla”, indicó el especialista del INAH.
La exposición Insectos y otros bichos se integra de ocho módulos temáticos: Alimento, Medicina tradicional, En el periodo prehispánico, Artesanías, Los artrópodos en la ciudad, Juguetes, Ornamentos y Canciones y frases.
Dichas secciones versan sobre aspectos vinculados con el uso de insectos en la cocina mexicana y su valor nutrimental, los beneficios que aportan en la cura de algunas enfermedades, así como su utilidad en las comunidades indígenas y en las grandes ciudades, donde su consumo se ha popularizado.
Como complemento de la exposición, se realiza el coloquio Artrópodos y su impacto cultural en México, donde expertos del INAH y de la Universidad Nacional Autónoma de México abordan la inserción de los artrópodos en el contexto social y cultural; se desarrolla los días 23, 25, 26 y 27 de abril en el Auditorio “Javier Romero” de la ENAH, de 11.00 a 13:00 horas.
La Escuela Nacional de Antropología e Historia se localiza en Periférico Sur y calle Zapote, s/n, Colonia Isidro Fabela, Tlalpan, Ciudad de México. Entrada gratuita.