La cara más reconocible de los últimos años en las series de televisión es también la cara de la derrota. Jon Hamm, el ejecutivo torturado Don Draper, ha estado nominado ocho veces al premio a mejor actor de una serie dramática. Ha perdido siete y esta es la última oportunidad.
Según distintos medios, entre ellos El País, existe un consenso mediático desde hace meses en que Hamm debe ser premiado esta noche, como homenaje a un personaje que ya es historia de la televisión. Es el favorito absoluto, junto con la temporada final de la serie.
Hamm ha perdido cuatro veces frente al monumental Bryan Cranston de Breaking Bad. Mad Men parecía destinada a durar justo una temporada más para que esa amenaza ya no exista este año. Perdió otra frente a Damian Lewis, el protagonista de Homeland; otra frente al periodista de Jeff Daniels en The Newsroom, que también está nominado este año; y otra frente a Kyle Chandler por Friday Night Lights. Chandler está nominado por Bloodline. También están Kevin Spacey por House of Cards y Bob Odendirk por Better Call Saul.
En el gran escaparate callejero de Hollywood, Sunset Boulevard, cuelgan desde junio varios de carteles de Mad Men que dicen “For your consideration”, pidiendo el voto de los académicos que pasan por aquí con el coche. Una versión más sofisticada del cartel dice “Consider: The End of a Era”. Eso es, en definitiva, lo que habría que tener en cuenta para premiar a Hamm. La Academia no le puede negar que, aunque haya habido actores mejores que él, su rostro y su planta es el alma de esa serie magistral. Mad Men no habría existido sin Hamm. Como dicen los carteles: Ténganlo en cuenta, es el fin de una época.