En 1966 el palacio de Buckingham concedió el título de Oficial de la Orden del Imperio Británico a Mary Quant, la creadora de la minifalda, por su contribución a las exportaciones inglesas –aunque generalmente se le atribuye a ella el invento, el diseñador Andrés Courrèges también reclamó ese honor para Francia-, según nota de El PAÍS-.
Décadas más tarde, sin embargo, la prenda parece volver a estar en el punto de mira de las mentes más conservadoras y, tras prohibirse a finales del pasado año en Uganda, ve ahora como la casa real inglesa le cierra sus puertas.
La reina de Inglaterra ha ordenado a Catalina Middleton que baje el largo de sus faldas y que vista de manera más sobria. Lo que los ingleses llaman sus Marilyn Monroe moments –como cuando en 2011, en el aeropuerto de Calgary, los fuertes vientos levantaron los bajos de su vestido amarillo y dejaron a la vista sus muslos y algo más– parecen disgustar a su alteza, por lo que los tejidos finos serán descartados en el futuro.
Isabel II ha delegado en Angela Kelly, su estilista de toda la vida, de 61 años de edad, el nuevo armario de la duquesa de Cambridge, que se enfrenta en abril a un viaje de tres semanas y media por Australia y Nueva Zelanda. Faldas que cubran las rodillas, esconder la tripa y lucir, más a menudo, las joyas de la corona en forma de tiaras, broches u otros adornos son las nuevas consignas.
Los fans del estilo Middleton –que aportó un soplo de aire fresco a la monarquía inglesa con su afición a los pantalones pitillo, al largo por encima de la rodilla, a los zapatos nude y a combinar la alta costura con prendas de Zara; al mismo tiempo que no olvidaba la tradición con su gusto por el tartán, el azul marino y los vestidos de cóctel que marcaban la cintura– están de luto.
Las nuevas directrices de la reina parecen diseñadas para poner límites a la espontaneidad. Todo debe estar perfectamente estudiado y la asesora de su majestad, con 20 años de trabajo para la casa real y experta en normas de protocolo, ya está trabajando a marchas forzadas para diseñar el vestuario que Middleton lucirá en su viaje. Dos concesiones se han hecho a la duquesa de Cambridge. Su nuevo ropero contará con prendas de dos de sus firmas favoritas: Alexander Mc Queen y Alice Temperley.
El viaje de los futuros reyes de la corona a las antiguas colonias es un acontecimiento importante que no puede dejarse al azar y la reina espera fortalecer el sentimiento monárquico de sus antiguos súbditos allende los mares, dando una imagen nueva de la institución pero al mismo tiempo sólida y seria, en la que las frivolidades no tiene cabida. Declaraciones del portavoz de la casa real al Daily Mail aseguraban que “Angela ha sido elegida para seleccionar las joyas que se llevarán al viaje.
Ella conoce las piezas de la colección privada de la reina y su conocimiento es crucial porque en este viaje se pretende que Kate luzca más real que nunca”. Aunque, como continúa el periódico inglés “en un país, Australia, que el pasado septiembre votó a un partido conservador los valores familiares serán el mejor ticket y el accesorio que más éxito puede asegurarles será el bebé George. Con nueve meses, tendrá la misma edad que contaba su padre, el príncipe William, cuando hizo su primer viaje transoceánico con sus padres”.
¿Conseguirán las nuevas normas reales sobre vestuario desbancar a Kate de la lista de las princesas y miembros de la realeza mejor vestidas, que incluía a Charlotte Casiraghi, Charlene de Mónaco, Zara Phillips, Mary de Dinamarca, Victoria de Suecia o Rania de Jordania?
Muchos piensan que Middleton debería hacer menos caso a palacio y más a su amiga de colegio y diseñadora de interiores, Emilia Jardine-Paterson, que le ayudó a decorar el apartamento de la pareja en Kensington Palace. Al parecer a Emilia le encanta el vintage y parece ser que aconsejó a Kate ser un poco más extravagante. Al fin y al cabo, representa un país en el que la excentricidad no solo es una virtud, sino que es todo un arte.