En un tiempo en el que la sodomía era castigada con la muerte y las ideas revolucionarias amenazaban los poderes de la Francia del siglo XVIII, Renée Pélagie, la fiel esposa del Marqués de Sade, lucha por sacar de prisión a su marido: El Divino Marques, El Hijo Perverso de la Ilustración, quien logra reunir a seis mujeres y revelar lo más oscuro de la condición humana, como parte de la puesta en escena La Marquesa de Sade.
Dicho montaje original de Yukio Mishima, con la traducción del japonés al castellano de Kenryo Hara y la dirección de escena de Juan José Olavarrieta, es presentado por la Compañía Gajuca Teatro, los jueves del 26 de febrero al 16 de abril, a las 20:00 horas, en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
Como Hades, el dios griego subterráneo, Yukio Mishima se adentra en las profundidades del inconsciente para dejar de ignorar la fascinación humana por la transgresión y el acto de romper las leyes. La obra comienza en la Francia de 1772 y termina 12 años más tarde, luego del estallido de la Revolución Francesa. Entre los momentos clave del montaje, se hace referencia al caso de Marsella, un hecho real, que traza las peripecias de los personajes.
El espectador tendrá acceso al universo femenino que se crea en torno a la figura de Donatien Alphonse de Sade, durante el periodo en el que el Marqués de Sade se formó como escritor, un tiempo en el que “El Hijo Perverso de la Ilustración” entró y salió de la cárcel en repetidas ocasiones, condenado al aislamiento y soledad no por sus apetitos sexuales sino por sus ideas revolucionarias.
Entre el horror y el deseo, los mecanismos de poder y las convenciones ideológicas, los personajes femeninos creados por el dramaturgo japonés se presentan como monstruos de las apariencias que oscilan entre la embriaguez y la realidad despierta.
La Marquesa de Sade, Madame de Montreuil y Anne nacen de mujeres verdaderas que formaron parte de la historia por su relación con “El Divino Marqués”. En tanto la Condesa de Saint-Fond, la Baronesa de Simiane y Charlotte son personajes imaginarios que refuerzan el entorno social, político y religioso de la obra.
La Marquesa de Sade, (Pilar Couto), representa la fidelidad y la devoción conyugal; Madame de Montreuil, (Verónica Contreras), es el orden social, la moral de la época y la mujer que encarceló a su yerno; la Condesa de Saint-Fond, (Paula Comaduran), encarna los deseos y es el alter ego del Marqués de Sade; Anne, (Karla Reyes), simboliza la deslealtad; la Baronesa de Simiane, (Marcela Rigoletti), abandera la religión y Charlotte, (Luz Vallmen), representa al pueblo.
En escena la amenaza constante y seductora de la muerte, se observa en la muerte de los amantes, de los sueños, de una época y su dominio, de la juventud, de la religión, de un estilo de vida y, muy al estilo Mishima, la muerte como acto de liberación.
Por otra parte, el juego de espejos es otras de las constantes desde lo palpable en escena logrando bellas imágenes hasta lo simbólico y sutil a manera de opuestos complementarios: madre-hija, hermandad-rivalidad, juventud-vejez, puta-monja, sacro-profano, libertad-encierro, víctima-verdugo, dolor-placer, vicio-virtud y, por supuesto, vida-muerte.
En la obra La Marquesa de Sade destaca el acto de transgresión y una apuesta a la actoralidad. Juan José Olavarrieta recupera la belleza del teatro y detona la emoción a través de un texto firme y de un ejercicio orgánico que devuelve al teatro la gracia del teatro.
Entre las características estéticas y vivenciales de La Marquesa de Sade, el público es invitado a degustar vino y chocolates. Se trata de un guiño a las liviandades del Marqués de Sade, acusado de sodomizar y envenenar a prostitutas con bombones rellenos de un poderoso afrodisíaco.
Los chocolates para la audiencia hacen alusión a los chocolates envenenados del Marqués, con el veneno de la doble moral que infecta los corazones y con los actos paganos que nombran la Condesa de Saint-Fond y Madame Montreuil. Por su parte, el vino tiene que ver con la bebida que el Marqués de Sade ofrecía y derramaba en las bacanales simbolizando la sangre. Destaca que, el vino se nombre en la obra como un regalo en la luna de miel del Marqués a su esposa Renée Pélagie.
De esta forma, la Compañía Gajuca Teatro recrea universos complejos, acaricia la sombra de los personajes y logra que actrices y público se suban a un tren distinto de pensamiento en los 120 minutos que dura el montaje. Tras 11 años del desarrollo en excelencia de la técnica Butoh, esta agrupación chilena regresa al teatro de texto, invitando al público a vivir una experiencia intimista.
La Compañía Gajuca Teatro, en colaboración con México y Japón, se presenta en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, se ubica en Av. Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, delegación Álvaro Obregón. Facebook: La Marquesa de Sade y en tuiter @LaMaquesaDeSade