La ópera prima de Kizza, a las salas

Una película complicada para realizar fue El lenguaje de los machetes. Producida por un pequeño grupo de jóvenes entusiastas, muestra las desavenencias entre Ray y Ramona, una pareja disímbola interpretada por Andrés Almeida, un activista que desea explotar la Basílica de Guadalupe y la cantante —en la ficción y en la realidad— Jessy Bulbo, quien incursiona en la actuación.

“Yo no tenía pensado actuar, sólo iba a participar con la música, pero las cosas se dieron y en un principio me pareció fácil porque parecía un personaje cercano a mí —comenta Bulbo—. Yo me sentía muy perdida en la trama, siempre pedía referencias, pero me la pasé muy bien por estar rodeada de amigos. Nunca entendí bien a Ramona, hasta que vi la película proyectada, entonces entendí que ella es una mujer codependiente. La construcción del personaje no hubiera sido posible sin el trabajo en conjunto, con el apoyo de Kyzza Terrazas y de todo el equipo”, puntualiza Jessy.

Andrés Almeida tuvo sus dificultades para la realización verosímil de su personaje también. “A veces llegaba desgastado emocionalmente a casa, realmente muchas escenas de Ray tuvieron que ser cortadas en la edición porque fui en extremo melodramático. La actuación es muy complicada porque conlleva conectar partes que no están a flor de piel, hay que hacer un auto reconocimiento, hay que buscar, hay que escarbar dentro de ti, y sacar sólo lo necesario. Yo no puedo hacerlo como actor, reconozco que me falta mucho camino por recorrer”.

Siempre es difícil la ópera prima. “La primera tarea fue realizar una película que pudiera contar bien la historia, sin pensar en el posible público que la viera, toca temas variados, siempre tuve la preocupación de que no fuera a entenderse, sobretodo para quien no conociera el contexto mexicano”, apunta Kizza Terrazas y añade: “En cada uno de los festivales en que ha participado vemos que funciona igual, independientemente de que conozcan o no el contexto de Atenco o de la Basílica misma”.

El director explicó las vicisitudes de hacer cine en México. “Fue complicado hacer esta película porque tuvimos un presupuesto mínimo; al principio lo solventamos con nuestros propios recursos, y pidiendo financiamientos que nunca se concretaron. Se logró terminar gracias al apoyo de Cine en Construcción y del Instituto Mexicano de Cinematografía”, comentó Kizza.

Entre las cosas que llaman la atención dentro del filme están las escenas en las calles de la ciudad de México, algunas tomas de carreteras, tomas en la playa, y particularmente en el Sistema de Transporte Colectivo-Metro, en la línea seis.

“En realidad me dieron el permiso y la recomendación de la línea del Metro donde hubiera menos gente; sólo fuimos pocas personas, el camarógrafo, los dos actores y el director, para mí era muy importante que la película se sintiera viva y tuviera veracidad”, relata el director.

Andrés Almeida sintió esa interacción con personas que no necesariamente desean ser captadas en cámara. “Cuando haces una película tipo documental, la gente reacciona a lo que haces aunque ellos se encuentran realizando actividades normales”.

En este filme participan como productores ejecutivos Gael García, Gabriel Nuncio y Liliana Torres. La cinta ha participado en los festivales de Venecia, Chicago, Valdivia, Morelia, La Habana y Göteborg, en Suecia, Whistler en Canadá, Black Movie Film Festival en Ginebra, IF en Istanbul, Cartagena, y en el FICUNAM.

Agencia El Universal