México, D.F.- La Pasión es inquebrantable y de múltiples rostros. Uno de ellos es el de las madres que acercan a sus bebés al “nuevo” Jesús de Nazaret para que los cargue, y éste, a cinco días de su inminente crucifixión, acepta.
La fe de una bendición se hizo presente este domingo en Iztapalapa, durante el Domingo de Ramos, fecha inaugural de la 169 Representado de la Pasión de Cristo.
Después del recorrido matutino por calles de los ocho barrios de la delegación y donde la gente buscaba, esperanzada, al Jesús de este año, se efectuó la ceremonia en la Parroquia de San Lucas para bendecir a los actores.
Los nazarenos afuera del recinto, acompañados de su familia o solitarios bajo la sombra de algún escaso árbol, esperaban el término de la misa para acompañar al “Rey de los judíos”, en el inicio de su travesía rumbo a Jerusalén (Santuario del Señor de la Cuevita), donde expulsó a los mercaderes del templo de su padre. Las trompetas sonaban por su paso rumbo al Santuario.
La gente caminaba presurosa sobre las calles cada vez más estrechas del barrio y saturadas por los más de 50 mil visitantes reportados por la delegación.
El viandante, David López, de 23 años de edad, el Jesús de 2012. Su paso lento era custodiado por un ángel, 12 apóstoles, elementos de seguridad del Comité de Organización, cuerpos de la secretaría Seguridad Pública y cientos de nazarenos que voluntariamente participan en la escenificación.
Los jóvenes, dicen, dejan la “mona”, los tenis, sus pantalones rotos y la gorras para cambiarlos por las vestimentas blanco y púrpura que portarán durante estos días.
Llevan plasmado en sus prendas el rostro de Jesús de Nazaret o de la Virgen María, pero “olvidaron” quitarse el arete de la boca y de la oreja, señal de su identidad.
Las panorámicas son variadas: un señor deja al descubierto el Cristo tatuado en su brazo derecho, las niñas les dicen a sus padres que las carguen en hombros para ver a Jesús, los vendedores siguen haciendo negocio con sus ramos de a 20 pesos y los nazarenos, descalzos, resienten el calor del asfalto.
Todo converge en Iztapalapa, la delegación con más habitantes del Distrito Federal y que registra altos índices criminales; pero como dijo alguna vez Carlos Monsiváis: “La Pasión de Cristo es el último, genuino, avasallador teatro de masas que queda en la República mexicana”.
Mientras tanto, Jesús continua el camino rumbo a su encuentro con la cruz y por las palabras que allí dirá a María, su madre.
Agencia El Universal