El director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, José Antonio Lasheras Corruchaga, falleció el pasado 26 de febrero en la carretera que une Cantabria con Burgos y el yacimiento de Atapuerca con la Cueva de Altamira, en España: un eslabón simbólico para la prehistoria europea.
Nacido en Barcelona en 1956, fue arqueólogo y conservador de museos. Tras licenciarse en Filosofía y Letras, trabajó en el Museo de Zaragoza, donde se dedicó a la arqueología provincial romana y fue museólogo en la Subdirección de Museos Estatales del Ministerio de Cultura de España hasta 1990.
En 1991 fue nombrado director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, cargo que ostentó hasta su fallecimiento. Impulsó el proyecto de la Neocueva, inaugurada en 2001 y considerada la reproducción más fiel de la cueva original. Es una reproducción tridimensional, rigurosa y exacta de la Cueva de Altamira, basada en el conocimiento científico y realizada con tecnología moderna que permite al visitante conocer el hábitat de los pobladores y la belleza de su arte rupestre sin afectar las pinturas originales.
De acuerdo con Robert Sala, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), los años de dirección de José Antonio Lasheras se recordarán en su país sobre todo por el trabajo hecho en pos de la conservación de las pinturas de Altamira, donde bajo su titularidad se efectuaron análisis de la pictografía y del ambiente en el interior de la cavidad para establecer un compromiso entre el acceso a la cueva y su conservación. También han sido importantes por el trabajo invertido en definir una política de visitas a la cueva que preservara el patrimonio.
Robert Sala considera que un segundo punto de éxito del trabajo de Lasheras desde Altamira fue su participación para conseguir que la UNESCO reconociera la importancia del registro simbólico pleistocénico del Cantábrico, ampliando en 2008 la catalogación de Altamira a todas las cuevas de la región. La Cueva de Altamira fue declarada Patrimonio Mundial en 1985.
José Antonio Lasheras es autor de múltiples publicaciones científicas y de divulgación sobre arte rupestre, el Paleolítico Superior y museología, pero en especial sobre la Cueva de Altamira, de la cual era uno de sus mayores conocedores.
En sus trabajos y en sus ponencias siempre destacó la importancia de acometer más y mejores estudios científicos de investigación sobre las cavidades y la actividad humana y geológica, en virtud de que todavía existen lagunas y no se tienen los conocimientos científicos del nivel que requieren bienes de esa importancia en el mundo.
Participó en innumerables publicaciones científicas como autor, coordinador y colaborador en obras colectivas, entre ellas: Sobre legislación, política y museología: 1985-1996 (1997); El arte paleolítico de Altamira (2003); Un museo para el Paleolítico (2003); Explicar o contar: la selección temática del discurso histórico en la musealización (2005).
También Los Museos en el marco de la gestión del patrimonio arqueológico (2006); Los tiempos de Altamira (2009); La cueva de Altamira: nuevos datos sobre su yacimiento arqueológico (sedimentología y cronología) (2007); y En los orígenes del arte rupestre paleolítico: dataciones por la serie del Uranio en las cuevas de Altamira, El Castillo y Tito Bustillo (2012).
Hombre polifacético, participó en la película Altamira que narra el descubrimiento de las pinturas rupestres en Cantabria.
Reconocido por su sencillez, humildad y gran carisma, Lasheras permaneció muy cercano a México desde el año 2001 con los expertos ligados a la Convención de Patrimonio Mundial y a los arqueólogos del país. Durante todos estos años colaboró y asesoró en diversos proyectos sobre arte prehistórico y rupestre.
Fue colaborador del INAH en los cursos de conservación y planes del manejo de los bienes de patrimonio mundial, así como en los trabajos de investigación para la realización del Expediente Técnico de nominación de las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla en los Valles Centrales de Oaxaca a la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (2007-2009).
Impulsó el Proyecto de Rescate y Preservación de la Zona de Petroglifos Las Labradas, en el municipio de San Ignacio, Sinaloa, invitado por el Consejo Regional Adopte Una Obra de Arte (2013), y en el Primer Encuentro Internacional de Arte Rupestre en Tampico, Tamaulipas, organizado por la Red Mexicana de Arqueología (2014); y finalmente en el Encuentro de Gestores de Sitios Arqueológicos Patrimonio Mundial, organizado por el INAH en Loreto, Baja California (2015).
El interés y conocimiento de José Antonio Lasheras sobre el arte rupestre mundial lo llevó a las sierras de San Francisco y de Guadalupe, en Baja California Sur, donde mostró asombro por el buen estado de conservación de esta expresión humana tan frágil como la vida.
El INAH lamenta profundamente la pérdida del investigador.