León XIV: ¿Guía espiritual o actor político en sotana blanca?

 

El CEN del PRI en Oaxaca, Heliodoro Díaz Escárraga, reflexionó sobre el significado político e institucional de la elección del nuevo pontífice León XIV, a quien describió como “una figura que encarna no solo la conducción espiritual de la Iglesia, sino una jefatura de Estado con voz en los principales dilemas del orden global contemporáneo”.

Para Díaz Escárraga, la elección de Robert Prevost —el primer Papa con ciudadanía estadounidense, formación teológica romana, y experiencia misionera latinoamericana— representa una sofisticada operación de equilibrio eclesiástico. “No es una figura decorativa ni un gesto pastoral aislado: es una jugada institucional que busca contener las fracturas internas de la Iglesia, sin dinamitar el consenso conservador que sostiene su poder desde hace siglos”, apuntó.

Lejos de las formas meramente espirituales, el delegado subrayó que la elección del nombre León XIV remite directamente a León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum y arquitecto de la doctrina social moderna del Vaticano. “No es una casualidad. Es un mensaje deliberado de posicionamiento sobre los grandes temas: la desigualdad económica, la justicia social y la responsabilidad ecológica”, sostuvo.

Díaz Escárraga no dejó de señalar los límites visibles del nuevo pontificado. “Sus reservas sobre la ordenación de mujeres o las uniones entre personas del mismo sexo no pueden interpretarse como neutralidad doctrinal; son reflejo de un esfuerzo por preservar el núcleo duro del poder eclesial”. Y añadió: “Cuando el mundo arde —desde Gaza hasta los Andes—, la moderación también puede ser una forma de complicidad”.

En relación con México, donde más del 70% de la población se identifica como católica y la moral pública sigue entrelazada con símbolos religiosos, el delegado fue claro: “Un Papa no dicta leyes en nuestro país, pero su palabra influye en el imaginario político, en la narrativa del bien y del mal, y en los silencios del poder. En tiempos de polarización, puede ser contrapeso o complacencia”.

“Esperamos que León XIV no sea solo un custodio de la ortodoxia, sino un estadista en sotana, capaz de señalar al poder incluso cuando el poder va a misa”, concluyó.

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