Para Martín Luis Guzmán la Revolución Mexicana fue la gran épica. No solo de la historia de nuestra nación sino del espíritu mismo de nuestro pueblo mestizo, cuya identidad, sicología y búsquedas, dijo alguna vez, se plasmó como en ningún otro periodo en esa gesta histórica.
“En esa sangre derramada quedó escrito lo que somos”, dijo alguna vez el escritor en el Ateneo de la Juventud, poco antes de adherirse al movimiento maderista, además de comenzar a escribir su obra que para muchos es un recuento vivo no solo de lo revolucionario, sino de la sique misma de los mexicanos como nación.
En el 36 aniversario luctuoso del novelista mexicano, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes lo recuerda por obras como Memorias de Pancho Villa y El águila y la serpiente.
Con solo 14 años de edad, el escritor funda su primer periódico llamado La juventud y años mas tarde ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria, donde se une a los primeros movimientos estudiantiles de protesta contra Porfirio Díaz, logrando incluso en una ocasión entrevistarse en el despacho del dictador con algunos compañeros.
Dos años antes de estallar la Revolución Mexicana, Martín Luis Guzmán combina sus estudios en la Escuela Nacional de Jurisprudencia con las tardes intelectuales en el Ateneo de la Juventud, donde además se discute la participación en los bandos revolucionarios.
Decide participar con su grupo en las manifestaciones que exigen la renuncia de don Porfirio Díaz, pero poco después se ve inmerso en los acontecimientos de la «decena trágica», mismos que lo llevan a unirse a las huestes de Pancho Villa, tras el asesinato de Madero y el ascenso de Victoriano Huerta al poder.
Durante esos acontecimientos, Martín Luis Guzmán, al igual que un reportero o corresponsal, toma nota de todo lo que ve y muchas de sus anotaciones servirían para algunos de los pasajes más realistas de sus novelas.
Los acontecimientos que se sucedieron después de la derrota de Huerta y después de ser prisionero cuando se dirigía a una entrevista con Venustiano Carranza, lo obligan a exiliarse, primero en España, y más tarde en los Estados Unidos, llegando a Nueva York donde escribe buena parte de su obra.
El águila y la serpiente apareció en 1928, y poco después rescata a un personaje histórico de la gesta de Independencia en el libro Mina, el mozo, héroe de Navarra (1932). En 1940 se publicó el volumen Memorias de Pancho Villa, donde devela la personalidad del centauro de norte y recuerda algunas de las vivencias a su lado. También plasmó su opinión sobre los acontecimientos de la Revolución en Muertes históricas. Tránsito sereno de Porfirio Díaz. Ineluctable fin de Venustiano Carranza (1958), además de hacer un recuento de sus experiencias en el extranjero y sus recuerdos de la patria en Crónicas de mi destierro (1963)
Cuando regresó a México, Martín Luis Guzmán se entusiasmó con el proyecto de nación que proponía Lázaro Cárdenas y sus libros fueron difundidos por las autoridades culturales como un ejemplo de lo mejor de la creación que toma en cuenta la tradición y la historia.
El escritor murió en 1976 a los 89 años de edad, dejando un vasto legado que aún hoy es objeto de estudio de especialistas, así como lecturas obligadas para las nuevas generaciones que desean conocer más sobre periodos clave de la historia de México.