Maximiliano…entre la realidad y la ficción

Si Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) es un personaje controvertido de la historia de México, esto no es efecto del sujeto en sí, sino de los discursos que se han elaborado alrededor del emperador, observa la historiadora Esther Acevedo, coordinadora del libro Entre la realidad y la ficción. Vida y obra de Maximiliano, recién publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

“Los primeros discursos en torno a la figura del archiduque se realizaron poco después de su fusilamiento ocurrido en junio de 1867, en los que era señalado como flojo, despilfarrador, que le gustaba andar tras las mariposas, aventurero. Esa percepción fue construida por el grupo liberal que estaba en contra de él por considerarlo una persona non grata, un europeo que venía a gobernar este país”.

Sin embargo, precisa la investigadora, “esto era muy usual en el siglo XIX. Las monarquías transitaban, por ejemplo los reyes de Bélgica no eran belgas, sino ingleses y alemanes. A Brasil también llegaron los Habsburgo. Ellos (los monarcas) consideraban el moverse a otro lugar como una forma de extender la civilización y la cultura, pero también como un aprendizaje, en ese sentido Maximiliano estuvo interesado en conocer la historia de México”.

Es la consulta exhaustiva de fuentes primarias —continúa Acevedo— la que permitirá deshacerse de toda la mitología alrededor de quien encabezara el Segundo Imperio, y es en esta línea historiográfica que se inscribe la publicación del INAH, la cual reúne una decena de ensayos que van del Maximiliano joven y viajero, al político visionario.

El volumen es fruto del Coloquio Internacional homónimo, que se realizó en 2011 con el apoyo del Foro Cultural de Austria en México y la embajada de este país, por lo que se contó con la participación de especialistas austriacos, caso de Johann Georg Lughofer y Christian Opriessnig.

Son Lughofer y el escritor Vicente Quirarte, quienes en sus ensayos revaloran el papel que jugaron la poesía y los viajes en la formación de Maximiliano de Habsburgo, intereses que para otros autores hablan del carácter “soñador” del que fuera emperador.

Maximiliano escribió siete volúmenes de poética, y para él —según palabras de Esther Acevedo— este arte “representaba una forma de reflexionar sobre cómo gobernar, en sus aforismos encontramos muchas verdades. También aprendió mucho de sus viajes a Egipto, al Cercano Oriente, a España y a Brasil donde descubrió nuevas manera de ser, de ver, de conocer al otro”.

Toda esta experiencia fue importante para su concepción de un proyecto de nación. Al respecto, la historiadora Guadalupe Jiménez Codinach concluye en su ensayo que este personaje “intentó establecer ‘un gobierno nacional’ que estuviera más allá de los pleitos de los partidos, para lo cual invitó a colaborar a hombres ilustrados”.

Lo anterior se enlaza con el artículo de la propia Esther Acevedo. En Episodios de un relato ya no tan secreto, la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH aborda un libro de notas de Maximiliano, al que posteriormente sus enemigos políticos rebautizarían así: Los traidores pintados por sí mismos. Libro secreto de Maximiliano en que aparece la idea que tenía de sus servidores, 1867.

Originalmente se trataba de un libro de notas donde el emperador, preocupado por allegarse de los mejores elementos para gobernar, descartaba en su libreta a aquellos que no profesaran el catolicismo, exigiendo además honestidad e instrucción de los mismos, aunque —como anota Jiménez Codinach— no hacía reparo en el “color político”.

Sin embargo, explica Esther Acevedo, “la historia, que es una construcción de hechos, le pasó una mala jugada a Maximiliano y se tergiversó el propósito de sus anotaciones. En mi ensayo contrasté lo que se dice de los personajes en este libro, con la historia oficial y con las caricaturas de la época. Es fascinante ver cómo la caricatura se acerca más al libro que tenía Maximiliano, que a la historia oficial”.

Otra leyenda que se viene abajo en este libro, es la que ha rondado sobre los “amores secretos” de Maximiliano, entre ellos, “La India Bonita”, a quien se dice obsequió la Villa Olindo, en Morelos. Al estudiar los planos de la residencia, Hugo Arciniega Ávila sustenta que en ella existía un departamento para el emperador y otro para su esposa Carlota, es decir, cada una de las dinastías tenía su sitio en esa casa.

Esther Acevedo, coordinadora del libro Entre la realidad y la ficción. Vida y obra de Maximiliano, considera que el emperador sigue siendo “un personaje querido por el pueblo mexicano y ¿por qué afirmo esto?, por la cantidad de personas que acuden a instituciones que hoy en día nos lo recuerdan.

“A través de las bellas artes, Maximiliano creó un concepto de historia que unió a todo México. Él impulsó el Museo Nacional, que es antecedente de nuestros museos nacionales de Antropología y de Historia; y también mostró interés en honrar a los héroes patrios, lo mismo a Miguel Hidalgo, Morelos y Guerrero, que a Iturbide”.

Entre la realidad y la ficción. Vida y obra de Maximiliano, puede adquirirse en las librerías Educal y del INAH, así como a solicitud expresa de las bibliotecas públicas.