En su primer acto de campaña conjunto, la aspirante demócrata presentó a la primera dama como su “inspiración” y “la voz de una mujer que necesitamos ahora más que nunca” -según nota de El PAÍS-.
Clinton, que necesita ganar en Carolina del Norte para afianzar sus opciones, agradeció a Michelle Obama su defensa “poderosa y elocuente” de la dignidad de las mujeres ante los ataques de Donald Trump. “Nunca pensé que tendría que decirlo en 2016, pero la dignidad de mujeres y niñas también está en juego”.
“Esto no es una cuestión de demócratas contra republicanos sino algo mucho más grande que afectará a nuestros hijos durante el resto de sus vidas”, declaró después Michelle Obama. “Lo que está en juego en estas elecciones no puede estar más claro: quienes nos dicen que nuestros vecinos son una amenaza y quieren construir muros, frente a una idea de nación en la que juntos somos más fuertes”. La primera dama recordó el lema de la aspirante demócrata para pedir a los estadounidenses que decidan entre “quienes quieren dividirnos y quienes eligen la esperanza por encima del miedo”.
La primera mujer afroamericana en ejercer de primera dama se ha unido a la que puede ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Ambas forman una pareja tan extraña como imprevisible y que está enfrentada al primer candidato que hace de la misoginia y el racismo uno de sus ejes de campaña. Michelle Obama ha hecho de sus últimos mítines —el de este jueves es el séptimo— un arte de machacar al rival de Clinton sin necesidad de pronunciar su nombre.
“Nos merecemos un presidente que se tome en serio su trabajo y que tenga el temperamento y la madurez para hacerlo bien”, dijo la primera dama en Carolina del Norte. “Un presidente que valore y honre a las mujeres y que enseñe a nuestros hijos e hijas que las mujeres son seres humanos que merecen igualdad, cariño y respeto”. Clinton había admitido antes que “Ojalá” no tuviera que hablar “de la dignidad y el respeto a las mujeres y las niñas también está en juego en estas elecciones”.
La presencia de Michelle Obama en la campaña es uno de los desarrollos más significativos de este año electoral. “Sé que hay quien dice que no hay precedentes de que una primera dama asuma un papel tan activo en la campaña y puede que sea cierto”, reconoció, “pero también es verdad que estas son unas elecciones sin precedentes y por eso estoy aquí”.
La primera dama es lo opuesto de Clinton. Estos ocho años ha optado por la discreción y el silencio en aspectos políticos donde la ex secretaria de Estado siempre ha alzado la voz. Mientras que Clinton, heredera y partícipe del movimiento feminista de los años 70, se ha labrado una carrera política después de que su marido abandonara la Casa Blanca, Michelle Obama estrenó su etapa en Washington anunciando que su primera labor era la de “mamá en jefe”. Y donde la demócrata aporta la frialdad de los números y los programas políticos, Michelle Obama ha sorprendido con una emotividad y una cercanía capaz de abrazar a todos los estadounidenses.
Todo empezó el pasado mes de julio. Desde que Clinton anunciara su candidatura más de un año antes, la primera dama pasó varios meses en silencio. Esperó hasta la Convención Nacional de Filadelfia para dar su apoyo a la nominada demócrata, a su manera. Aquel discurso es ya uno de los momentos más memorables de la campaña, como también su frase de “cuando ellos se rebajan, nosotros nos elevamos”, en referencia a la negatividad y los insultos de los republicanos.
Hoy Clinton usa esa frase “de mi amiga Michelle” y el lema ha servido para articular el rechazo de millones de mujeres y votantes de minorías raciales contra Trump. Hace varias semanas, también en Carolina del Norte, Obama explicó por qué se ha unido a la campaña. “Yo no necesito estar aquí, lo hago porque estas elecciones importan y quiero que nuestros jóvenes tengan un presidente al que puedan admirar”.
La primera dama, como también ha demostrado su marido en sus últimos mítines, puede conseguir para la demócrata el codiciado voto del electorado afroamericano y de los más jóvenes, el mismo sector que impulsó las dos victorias de Obama en 2008 y 2012 pero que no se muestra tan entusiasmado con Clinton. Ambos defienden que la ex secretaria de Estado continuará el legado del presidente y avanzará reformas similares.
Clinton describió estas elecciones como “la decisión sobre si construimos sobre el legado del presidente Obama o damos un paso atrás” y defendió ante los asistentes que la mejor manera de impedir este retroceso es “acudir a las urnas como nunca antes”. La demócrata insistió en que está en juego desde la reforma de inmigración, las políticas sobre cambio climático, el derecho al matrimonio igualitario y hasta el derecho a voto. “Si quieren que nuestros líderes hagan su trabajo, tienen que votar en estas elecciones”.
Michelle Obama ha conseguido trasladar ese mensaje a golpe de emoción como la que demostró después de que saliera a la luz la grabación sexista de Trump, cuando declaró en un mitin que “no podía dejar de pensar” en ello. “Me ha sacudido por dentro de una manera que no podía haber predicho”, dijo entonces. Nadie podía haber adivinado tampoco que en ese momento se convertiría en la aliada más valiosa para Clinton. Pero ya lo es.