El responsable de la autorización del concierto privado que el cantante de música popular Mijares realizó el miércoles pasado en el Palacio de Bellas Artes, no sólo deberá renunciar, sino recibir una sanción administrativa, considera Bolfy Cottom, antropólogo y especialista en legislación cultural. “Es un asunto sumamente delicado, grave, por la señal que se está mandando respecto de los usos que se están haciendo de este tipo de bienes públicos”, dice.
El recital del cantante popular —que duró una hora y 20 minutos— se llevó a cabo de manera privada y exclusiva: sólo asistió un reducido público elegido previamente.
El concierto, donde el cantante estuvo acompañado de la Orquesta Sinfónica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, tuvo como objetivo la grabación de un disco y un DVD que serán lanzados comercialmente en diciembre próximo.
“Yo no sé nada al respecto”, dijo el jueves a este diario Roberto Perea, director de Difusión y Relaciones Públicas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), organismo que administra el que es considerado el recinto cultural más importante del país. En tanto, la Secretaría de Cultura no respondió a la solicitud de información acerca de los términos en los que se llevó a cabo el recital privado.
Por su parte, el diputado Santiago Taboada, presidente de la Comisión de Cultura, dijo que la próxima semana se llevará a cabo “una plática” con la Secretaría de Cultura, que encabeza Rafael Tovar, para “tener más información al respecto”.
Cottom opina que la utilización del espacio público con fines privados podría representar violaciones a la Ley General de Bienes Nacionales.
“Se está violando lo que dispone el derecho civil respecto del uso de bienes de carácter público, de uso común, con las limitaciones que impone la norma; en segundo lugar se viola la clasificación que hace la Ley de Bienes Nacionales donde dice que los bienes de carácter público no pueden ser usados con fines de carácter privado”.
Como en otros casos —tal como el uso de las instalaciones de la Megabiblioteca para una pasarela de moda que terminó con el despido de Saúl Juárez (funcionario en la actual Secretaría de Cultura) como titular de Bibliotecas en 2007—, la autorización para efectuar el concierto privado deberá arrojar a responsabilidades, afirma el especialista.
“Siempre hay una cabeza de sector, en aquellos tiempos era la Secretaría de Educación Pública, ahora es la Secretaría de Cultura, pero las funciones que ejerce se hacen en función de sus órganos desconcentrados, concretamente el INBA en este caso. Alguien tiene que firmar, alguien tiene que autorizar la realización de estos eventos, no se realizan por sí solos, sin responsabilidad específica; hay un responsable inmediato, que es quien dirige el desconcentrado y, en última instancia, el responsable mayor es el titular de la cabeza de sector”, explica el especialista.
Cotttom opina que las puertas del Palacio de Bellas Artes parecen haberse abierto para las expresiones de la música popular tras el funeral reciente de Juan Gabriel, pero que la presencia de Mijares plantea la necesidad de definir cómo se decidirá que expresiones si tienen cabida en el espacio. “El asunto es: si se abrió para uno, ¿seguirá abriéndose para otros?, esa debería de ser la lógica, si no sería discriminatorio”.
Y remata: “Una cosa es que se abra para las expresiones de música popular y otra es que se le empiece a dar uso privado, que se dé una privatización de estos espacios que son representativos de la cultura nacional; en el caso de los demás conciertos, la gente debe pagar para acceder a ellos, pero eso es otra cosa. Cuando se empieza a usar estos lugares para eventos privados, eso sí es serio, eso indica que la política cultural tendrá esa vertiente”, afirma.
Con información de Excélsior.