Un viaje numismático que inició hace más cien años en el puerto de Veracruz llegó al Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, destino que alberga una selección de un vasto acervo de diferentes billetes de bancos privados estatales de la República Mexicana emitidos entre 1889 y 1914, que la Marina de Estados Unidos obtuvo durante la invasión a esa ciudad costera.
Un siglo después, de los más de 60 mil billetes que la armada estadounidense tomó como botín de guerra, por primera vez se exhiben algunas piezas de la colección de papel moneda integrada por 111 piezas de diversas denominaciones y procedencia, en la muestra titulada Viaje centenario: de Veracruz a Chapultepec.
La exhibición, que es resultado de la colaboración entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Banco de México (Banxico), tiene por objetivo compartir con el público una parte selecta de la colección que el gobierno mexicano recuperó por la vía diplomática, eligiendo al Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, como sede del montaje, debido a la naturaleza de este recinto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Se trata de billetes emitidos por 28 bancos privados de diversas entidades de la República —excepto Chiapas, Michoacán y Oaxaca—, con denominaciones de uno, dos, cinco,10, 20, 50, 100, 500 y 1,000 pesos.
La exposición posee piezas evaluadas conforme a criterios numismáticos: abundancia y condición. Así, de todo el conjunto de más de 60 mil billetes, se identificaron piezas que antes de la recepción de este acervo no se conocían. Se sabía por los libros de los bancos que se habían mandado a imprimir, pero no se contaba con ningún ejemplar, como el caso del billete de 500 pesos del Estado de México.
La colección cuenta con piezas raras, desconocidas hasta el momento, como el billete de 1,000 pesos del Banco de Querétaro. La selección para la exhibición se hizo considerando en primer lugar el tipo de piezas; se incluyeron otras cuyas series y fechas de emisión no están documentadas, como el de 500 pesos del Banco de Tamaulipas.
En el caso del papel moneda del Porfiriato, había una práctica conocida como “resello”. Debido a que los billetes provenían de bancos estatales, su circulación era restringida y de aceptación voluntaria, pero las financieras tenían que canjearlos porque funcionaban como pagarés, incluso contenían la leyenda: “El banco x pagará a la vista del portador la cantidad de…”, que debía cubrirse en efectivo (monedas de oro y plata).
Así, cuando se presentaban a las sucursales bancarias a cobrar el papel moneda, los cajeros les ponían sellos de pagado; algunas de esas marcas no estaban documentadas, y en este acervo llegaron billetes con sellos de sucursales desconocidas, como el resello de Morelia en billetes de 500 pesos; el del Estado de México, o el de Pichucalco en billetes del Banco de Tabasco. Solamente los billetes del Banco de Londres y México, así como del Nacional de México eran los únicos de circulación nacional.
En el montaje hay bancos mínimamente representados, como el de Campeche, del que solamente se exhibe un billete de 5 pesos. Otra rareza que conforma la muestra son los billetes de 100 pesos, emitidos por el Banco de Jalisco en dos distintas versiones: la primera, elaborada por la inglesa Bradbury Wilkinson and Company, y la segunda, por la American Bank Note Company.
Una singularidad son los que tienen nominación de 1,000 pesos, valor muy alto para la época y cuyo tiraje fue reducido. Los imprimieron bancos como el de Aguascalientes, el Minero de Chihuahua, Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Estado de México, el Oriental de México-Puebla, el de San Luis Potosí, el Occidental de México-Sinaloa y Tamaulipas.
A su vez, los de 500 pesos fueron usados por los bancos antes mencionados, además de los de Hidalgo, Morelos, Nuevo León, del Mercantil de Veracruz y Zacatecas. Los billetes en su diseño son muy similares, la mayoría los imprimió la American Bank Note Company, de Nueva York, que durante muchos años lideró el ramo.
En cuanto al diseño, tienen alegorías que representan abundancia, progreso, libertad; o bien, muestran retratos de personajes históricos nacionales: Miguel Hidalgo y Costilla o José María Morelos y Pavón; locales, como Francisco García Salinas en el caso de Zacatecas, o de dueños de los bancos. Hay otros con grabados de actividades como la ganadería o minería, con escenas costumbristas, como un grupo de charros; algo muy común en el papel moneda de esa época era la imagen del ferrocarril como sinónimo de progreso.
Como motivo principal llevan grabados algunos retratos de mujeres, muchas veces familiares de los dueños de los bancos, como el de Hortensia Corral Vélez, hija de Ramón Corral, quien fue gobernador de ese estado, vicepresidente de México (de 1904 a 1911) y principal accionista del Banco de Sonora.
En 1914, Estados Unidos invadió el puerto de Veracruz; la Marina de ese país se apoderó de la aduana, so pretexto de evitar la entrada de armamento destinado al régimen de Victoriano Huerta, que esa nación no reconocía.
Las tropas estadounidenses, al asumir la operación y administración del puerto, cobraron derechos sobre las importaciones y exportaciones que se realizaron durante la ocupación, dinero que se llevaron al abandonar el puerto y el cual depositaron en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, hasta que en 1997 el gobierno estadounidense lo devolvió a México.
La exposición permanecerá abierta hasta el 27 de septiembre en la Sala Siglo XX del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, ubicado en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec, de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. Costo: 64 pesos, los domingos la entrada es gratuita.