Son miles de hombres y mujeres que se dicen en pie de lucha. Exudan desconfianza. Después de que su ira se creyera apagada, los indígenas están de nuevo en Quito para luchar contra un viejo adversario: «los paquetazos del FMI».
Este miércoles el movimiento indígena ecuatoriano, que estuvo tras el derrocamiento popular de tres gobiernos entre 1997 y 2005, pretende hacer sentir su fuerza.
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Rechazan paquetazo
Luego de avanzar sobre Quito desde varios puntos de Los Andes, se instalaron en El Arbolito, un parque próximo a las desocupadas sedes del gobierno y del legislativo.
Allí velan sus armas, palos y fustes, antes de la gran movilización que convocaron contra el gobierno de Lenín Moreno y su impopular decisión de desmontar los subsidios a los combustibles.
La medida, que disparó los precios del diésel y gasolina hasta en un 123%, forma parte de un acuerdo pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener millonarios préstamos destinados a aliviar la falta de liquidez de la dolarizada y endeudada economía.
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No es posible que un gobierno neoliberal venda la sangre de nuestro pueblo al FMI y por eso nos declaramos en lucha indefinida. ¡No al paquetazo!». Jaime Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie)
Moreno intentó sin éxito contener la marcha hacia la capital mediante un régimen de excepción y el despliegue de militares.
Pero finalmente el mandatario debió mover temporalmente la sede del gobierno de Quito a Guayaquil, unos 270 kilómetros al suroeste, ante el asedio al palacio presidencial de Carandolet.
Hostilidad con la prensa
La resistencia indígena, como se refieren a sí mismos, logró en 2006 desbaratar la negociación de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
También «descabezó» a los gobiernos de Abdalá Bucaram (1996-97) y Jamil Mahuad (1998-2000) por ajustes económicos concertados con el FMI.
Y lo hicieron con la misma estrategia: marchando, bloqueando y enfrentando sin temor a los militares.
Desde la llegada de la izquierda al poder en 2007, los pueblos originarios no se movilizaban con tanta fuerza. Pero el gobierno de Moreno reactivó su ira al pactar con el FMI.
Grueso y de estatura media, Vargas es uno de los pocos dirigentes que trata con la prensa. La mayoría de indígenas desprecia a los medios por lo que consideran un cubrimiento «mínimo» de sus reclamos.
Repelen cámaras y micrófonos. Las estaciones de televisión locales debieron mover sus puestos de transmisión a unos 550 metros de El Arbolito.
Resistencia indígena
El lunes los indígenas habían entrado victoriosos enarbolando wipalas (bandera arcoíris), después de caminar por el centro del país y enfrentar a las fuerzas militares a punta de piedras y organización.
En Quito -semiparalizada por las protestas- encontraron solidaridad. Manos generosas los abastecieron de víveres y comida.
Los indígenas, que representan el 25% de la población ecuatoriana de 17,3 millones, llegaron con sus ollas a cuestas. Su estadía en Quito es indefinida, advierten algunos amenazantes.
Las «huarmis» (mujeres en quichua) protestan por igual con los hombres y se encargan además de la alimentación de los manifestantes.
Los «caris» (hombres) actúan como centinelas del improvisado campamento. Arropados por frazadas y armados de largos palos, rodean el parque en grupos, vigilando y evitando que extraños se acerquen.
Muestran poderío
A grito de «pónchale, pónchale» (los neumáticos) y empinando sus garrotes, en amenazante actitud, ahuyentan a todo extraño que se aproxima a su feudo en Quito.
Solo aceptan la cercanía de los «mestizos» que luchan a su lado. El martes, en una demostración de su poderío, lograron llegar hasta la sede del Legislativo. Un grupo alcanzó ingresar al hemiciclo, pero fue desalojado por uniformados.
Ni el gas lacrimógeno parece vencer su voluntad de lucha.
Luciendo orgulloso un penacho de guerra, Vargas expresó:
Los shuar y achuar de la Amazonia; los kichwas somos los guerreros; los arutam, los iwias somos quienes defendemos la patria». Jaime Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie)
En Quito, los militares se mantienen distantes del espacio indígena; prefieren aguardarlos para contener sus arremetidas fuera del parque.
El líder achuar recordó:
Somos pueblos históricamente guerreros quienes nos hemos liberado en todos estos procesos». Jaime Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie)
Este miércoles podrían mostrar hasta dónde llega la ira de este león dormido por años.
UNO TV
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