Ir tras la huella de las mujeres que un siglo atrás gestaron una lucha en favor de sus derechos civiles y laborales, es el tema central del Seminario Mujeres e ideas radicales, coordinado por las historiadoras Fernanda Núñez y Rina Ortiz, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuyo objetivo es publicar un libro que reconozca a este grupo de activistas.
Con motivo del centenario de la Carta Magna, a cumplirse en 2017, las especialistas del Centro INAH Veracruz, unidad Xalapa, organizaron este encuentro de reflexión que tendrá su segunda sesión en julio próximo, con miras a generar un volumen que honre a las mujeres que hace 100 años se preocuparon por mejorar la situación de sus congéneres, defendiendo sus ideas con fervor.
Fernanda Núñez comentó que en una fecha como el 8 de marzo, que celebra el Día Internacional de la Mujer, es preciso recordar la larga lucha de las mujeres trabajadoras, cuyas ideas consideradas radicales en su época, fueron motivo de persecución y acoso.
“La Constitución plasma la igualdad entre hombres y mujeres, y aunque en teoría es un documento muy revolucionario, en la práctica distaba mucho de aplicarse dicha equidad, pues no se dio el voto a la mujer sino hasta 1953”.
Además de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la historiadora refirió que la revolución bolchevique fue otro suceso que influyó en el cambio de mentalidad del sector femenino en México. A partir de estos dos acontecimientos, surge la idea de indagar sobre aquellas mujeres consideradas pioneras en la conquista de sus derechos sociales e incluso reproductivos, que en los años 20 era considerado un tabú.
“Me interesaba mucho entender la actitud de una sociedad como la mexicana en general, y la veracruzana en particular. Salomé Carranza, originaria de Tlacotalpan, fue la primera feminista cuyas ideas inspiradas en el socialismo europeo quedaron plasmadas en la revista La mujer moderna.
“Al igual que ella, otras veracruzanas, como la periodista Artemisa Saéz Royo y la profesora Guadalupe Whartt participaron activamente en ese primer movimiento feminista, que organizó dos congresos en Yucatán entre 1916 y 1920”.
Fernanda Núñez consideró necesario analizar con una mirada de género a las asociaciones en las que las mujeres organizadas, obreras y maestras, feministas o no, lucharon arduamente divulgando sus ideas: la Liga Anticlerical, la Liga Femenil y la Asociación Rosa Luxemburgo.
“En ese tiempo en Veracruz hubo una jubilosa efervescencia política en la que muchas mujeres tomaron la escena. Sabemos, por ejemplo, que las activistas de la Liga de Comunidades Agrarias difundieron por todo el estado las ideas de Margaret Sanger (enfermera americana difusora del birth control o control natal), mediante folletos donde se enseñaba a las mujeres cómo funcionaba su cuerpo y cómo evitar tener tantos hijos. La idea de la anticoncepción era muy radical en su época”.
Fue en el ámbito laboral donde las mujeres cambiaron su mentalidad y aprendieron a organizarse y participar políticamente. Un ejemplo de ello fueron las maestras, que debido a su formación académica, sentaron precedente en la lucha por sus derechos.
Asimismo, entre 1914 y 1931 se legaliza el divorcio y obtienen el derecho a la custodia de sus hijos a la par de los hombres. Pueden tener propiedades, administrar sus bienes, participar en juicios y contratos legales.
Es hasta los años 70 cuando el Estado fomenta una política anticonceptiva y permite que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo.
Más allá de las heroínas
El libro Mujeres en Veracruz: fragmentos de una historia, editado en tres volúmenes por el gobierno estatal y que abarca desde la época colonial hasta nuestros días, fue coordinado por Fernanda Núñez y Rosa María Spinoso, quienes plantean cómo desde el siglo XVIII ya había en México mujeres muy radicales, y durante el porfiriato empezaron a laborar en el magisterio o en el periodismo, exigiendo igualdad de condiciones.
Durante la Revolución Mexicana, miles de mujeres participan en las batallas, “están las adelitas, las coronelas y las que apoyan los clubes antirreleccionistas. Están ahí, peleando por sus derechos, pero el relato histórico las ha marginado”, aseveró Fernanda Núñez.
Sobresale el caso de una mujer acusada por portar pantalones durante la Independencia. “La orizabeña María Josefa Martínez, viuda de Miguel Montiel, aguerrida capitana veracruzana, sirvió de enlace entre los bandos rebeldes de la zona de Orizaba. Su marido era insurgente y cuando muere, continuó la acción de su esposo, pero los realistas la capturaron”.
En el informe del coronel Manuel de la Concha señala que “esta mujer comandaba varonilmente y con el mismo traje de hombre con que fue cogida, una partida de 12 rebeldes de más confianza que capitaneó su marido Montiel, por cuya muerte se comprometió ella a sostenerlos sin otra recompensa que el de que la acompañaran y ayudaran a exigir las contribuciones de aquel territorio, con las cuales sostenía (a) aquellos y a sí misma…”.
A pesar de las súplicas de su padre, fue condenada a cadena perpetua, no obstante que estaba embarazada y tenía tres hijos pequeños. Al igual que ella, muchas mujeres cuyos casos han sido encontrados en los archivos históricos, tenían descendencia, como Josefa Ortiz de Domínguez, quien permaneció meses en una cárcel donde tuvo a su doceavo hijo, o Leona Vicario, que dio a luz a su hija en una cueva en plena guerra insurgente.
“El hecho de ser mujer en esa larga decena de luchas intestinas debió de haber sido muy duro; los raptos, las violaciones, los asesinatos, la muerte de los seres queridos fueron el precio que muchas pagaron”, concluyó la historiadora.