Los niños esclavos de origen africano fueron esenciales para el devenir económico, social y cultural de la Nueva España, y también para la resistencia y la formación de lazos afectivos entre las comunidades afrodescendientes de la primera mitad del siglo XVII.
La etnohistoriadora y antropóloga social Cristina Masferrer León profundiza en la vida cotidiana y laboral en la que se desempeñaban los menores afrodescendientes, en su libro Muleke, negritas y mulatillos. Niñez, familia y redes sociales de los esclavos de origen africano en la Ciudad de México, siglo XVII.
“Quiero mostrar la riqueza de una población olvidada y descuidada, y explicar que esa población es parte de todos y de cada uno de los mexicanos sin importar nuestro color de piel. Somos descendientes de africanos y no únicamente de indígenas y europeos. Los africanos y afrodescendientes aportaron y contribuyeron a la construcción de la Nueva España no sólo en sentido económico, sino también social y cultural”.
Los precios de adquisición de los pequeños se regían de acuerdo a su edad: los de tres años costaban 100 pesos y los mayores de ocho años se vendían hasta en 250 pesos. Los esclavos podían comprar su libertad, a pesar de que su valor estimado era muy alto.
Los menores afrodescendientes desempeñaban labores domésticas no sólo en casa, sino también en espacios religiosos como conventos. Además no sólo eran vendidos, sino que podían darse como parte de una dote, ser hipotecados o donados.
El libro editado en 2013 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como parte de su Colección Africanía, es la versión corregida y aumentada del trabajo de titulación de la experta, que mereció el Premio Javier Clavijero a la mejor tesis de licenciatura en 2010.
“Aborda un tema que prácticamente no había sido tratado en ninguna de las investigaciones sobre la vida de los menores esclavizados del continente africano”, indicó a su vez la antropóloga e historiadora María Elisa Velázquez, investigadora de la Coordinación Nacional de Antropología.
La especialista enumeró las tres aportaciones del libro de Cristina Masferrer: dar a conocer las experiencias de la niñez de origen africano y su importancia en el trabajo doméstico, y abrir una nueva línea de investigaciones sobre los pequeños afrodescendientes en otras regiones del territorio nacional.
Asimismo, revela que las familias y las redes de parentesco entre poblaciones de origen africano existieron y tuvieron intercambio con las poblaciones indígenas, españolas y mestizas.
A pesar de que no existen testimonios directos de los infantes, en los archivos históricos quedaron asentados sus bautizos y los trabajos que efectuaban, por ello la etnohistoriadora analizó diversas fuentes como las obras de Domingo Chimalpáhin, Thomás Gage y Giovanni Francesco Gemelli.
Consultó también documentos parroquiales de 1603 a 1637 del Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México, resguardados en el Archivo Histórico del Arzobispado, entre ellos cuatro libros titulados Bautismos de negros, e incluso revisó documentos como actas de matrimonio, de la Inquisición y ordenanzas del Archivo General de la Nación y del Archivo General de Indias, además de notarías, crónicas, cartas, leyes y ordenanzas virreinales.
“El libro es una importante propuesta que visibiliza a los hasta ahora bastante descuidados sujetos históricos, tenemos algunos estudios europeos, pero sobre niños esclavos no existía una aportación tan completa como la de Cristina Masferrer”, señaló Doris Bieñko, investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y asesora de la tesis de Masferrer.