La estructura de la tumba de Nefertari es la típica de las tumbas de la dinastía XIX. La entrada se efectúa por una escalera de 18 escalones, que conduce al primer nivel del sepulcro, compuesto por una antecámara cuadrangular y un anexo. Desde la antecámara, un segundo tramo de escaleras desciende hasta la cámara funeraria propiamente dicha, que cuenta con tres anexos y en cuyo centro se colocó el sarcófago de la reina, aunque Schiaparelli tan sólo encontró algunos fragmentos de la tapa. En una pared se había excavado un pequeño nicho para depositar la caja canópica que contenía las vísceras momificadas de Nefertari.
Escenas del Más Allá
Lo que hace de la tumba de Nefertari la más bella del Valle de las Reinas es su decoración mural. Realizadas por los obreros encargados de la decoración del cercano Valle de los Reyes, las pinturas de la casa de eternidad de la reina presentan un brillante colorido y una calidad excepcional. En general, la parte inferior de las paredes estaba pintada con una franja de color negro sobre la que se colocaba otra franja de color amarillo y rojo. Los techos, en cambio, representan el cielo nocturno pintado de color azul oscuro cubierto de estrellas doradas de cinco puntas, con la sola excepción del techo de la puerta de entrada de la primera cámara.
El programa decorativo de la tumba viene a ser una representación de diversos capítulos del Libro de los muertos, una colección de textos funerarios relacionados con las distintas etapas del viaje del difunto al Más Allá, según las creencias del antiguo Egipto. Las escenas pueden leerse tanto en sentido descendente, siguiendo el camino que realizaba el ataúd el día de su entierro, como en sentido ascendente, dado que se creía que el espíritu de la reina renacía a diario en la cámara sepulcral y remontaba hasta unirse con los dioses en el horizonte oriental, por donde salía el sol; de ahí que en el techo de la puerta de entrada Nefertari aparezca representada como el disco solar, simbolizando el ascenso de Re hacia el horizonte.