Los niños migrantes separados de sus padres en la frontera méxico-estadounidense el año pasado mostraban síntomas crecientes de estrés postraumático, los que se agravaron durante el proceso frenético de reunificación familiar, según un informe de un organismo supervisor interno del gobierno estadounidense.
La agencia AP obtuvo este miércoles una copia del informe antes de que fuera difundido oficialmente.
Los menores, muchos de los cuales ya enfrentaban situaciones difíciles en sus países de origen o las padecieron durante su viaje al norte, exhibían más síntomas de miedo, sensación de abandono y estrés postraumático que los chicos que no fueron separados de sus padres, de acuerdo con el informe del inspector general del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Algunos lloraban inconsolablemente. Otros creían que sus padres los habían abandonado y estaban enojados y confundidos. “Otros sentían miedo o culpa y se preocupaban por el bienestar de sus padres”, señala el informe.
El informe es el primer documento oficial sustancial de una dependencia del gobierno sobre el impacto que ha tenido en la salud mental de los menores la política de “tolerancia cero” del gobierno de Donald Trump, que dio lugar a la separación de familias.
Se basa en entrevistas a un centenar de médicos especializados en salud mental que atendieron a los menores, pero no aborda directamente la calidad de la atención recibida por los niños.
Las separaciones fueron ampliamente criticadas y activistas dijeron que los menores seguramente quedaron traumatizados.
Un segundo informe del organismo supervisor, difundido también el miércoles, indicó que miles de empleados del gobierno tuvieron acceso directo a los menores migrantes antes de completar la revisión de antecedentes y de que se les tomasen las huellas digitales, lo que es un requisito.
Algunos de los menores separados de sus padres mostraron síntomas físicos derivados de sus traumas mentales, según los médicos.
Muchos decían que les dolía el pecho, aunque todo estaba bien en el plano médico. Describían síntomas típicos de un sufrimiento emocional como ‘me duele cada latido’, ‘no siento mi corazón’”, dijo un médico a los investigadores.
El informe abarca un período del año pasado en el que las instalaciones para albergar migrantes estaban desbordadas como resultado de la política de “tolerancia cero”, bajo la cual al menos 2 mil 500 menores fueron separados de sus padres.
Los niños permanecieron en la frontera bajo custodia mientras sus padres eran llevados a tribunales federales para iniciarles procesos penales.
Los menores que pasaban más de 72 horas bajo custodia eran transferidos al Departamento de Salud y Servicios Humanos, que los ubicaba en albergues usados tradicionalmente para alojar a menores que cruzaron la frontera solos.
Los menores permanecían en los albergues, manejados por organizaciones costeadas por el gobierno, hasta que eran entregados a un patrocinador, generalmente uno de sus padres o un familiar cercano.
Informes previos destacaron la desorganización de los esfuerzos por reunificar las familias y la falta de planificación. Otros aseguran que miles de niños podrían haber sido separados de sus padres sin que se los haya tomado en cuenta en los informes iniciales.
La agencia que emitió el informe dijo que cuanto más tiempo un niño permanecía bajo custodia, más grave el deterioro de su salud mental, y recomendó que se redujese el tiempo que se los mantiene retenidos. También planteó la creación de mejores opciones para su atención mental y la contratación de más personal capacitado para lidiar con estos casos.
La Administración de Menores y de Familias, división del Departamento de Salud y Servicios Humanos que se ocupa de los niños, estuvo de acuerdo con las recomendaciones y dijo que ya las estaba implementando, incluida la contratación de psiquiatras infantiles para que dirijan equipos.