El brote de virus ébola que afecta a Guinea, Sierra Leona y Liberia avanza a gran velocidad. Desde el 16 de junio hasta ayer, el número total de casos en los tres países de África Occidental ha aumentado un 20%, pasando de 528 a 635 -según nota de El PAÍS-.
El de fallecidos ha subido un 8,9% (ha pasado de 337 a 367). Este incremento de una enfermedad que se detectó por primera vez en la región en marzo ha hecho temer a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el virus “se internacionalice aún más”, según un comunicado.
El peligro es evidente: de Guinea ya ha pasado a dos países vecinos, pero en esa zona densamente poblada, con gran movilidad y donde las familias y etnias están repartidas por varios Estados “está fuera de control”, afirma directamente Médicos sin Fronteras.
Como prueba de la posibilidad de que el virus siga cruzando fronteras, la OMS tiene previsto que la próxima reunión sobre la enfermedad, prevista para el 2 y 3 de julio, en la que participarán las autoridades locales, donantes y agentes que están actuando en la región sea en Accra (capital de la vecina Ghana).
“La alarma por el brote de virus ébola es un desafío para los tres países afectados”, ha dicho la OMS en un comunicado de prensa, y ha pedido que se tomen “medidas drásticas” para frenar la expansión de la enfermedad.
No son los únicos que muestran su preocupación. La ONG Médicos sin Fronteras (MSF), que está trabajando activamente en la zona junto a equipos autóctonos, de la OMS, del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) y de su equivalente estadounidense, el CDC (Centro para Control de Enfermedades), hace un diagnóstico aún peor. Bart Janssens, director de operaciones de la ONG, es tajante: “Con la continua aparición de nuevos focos en Guinea, Sierra Leona y Liberia, hay un riesgo real de que continúe expandiéndose”, ha dicho.
Lo malo es que convertir esa necesidad de medidas en actuaciones prácticas es difícil. El virus ébola no tiene un tratamiento ni vacuna. Lo mejor que se puede hacer es identificar a los afectados lo antes posible, aislarlos, tratarles los síntomas y hacer un estricto seguimiento de las personas que han estado en contacto con ellos. Y esto es lo que hasta ahora se ha estado haciendo. “La sociedad civil y las autoridades políticas y religiosas están fracasando en asumir la escala de la epidemia, con pocas figuras relevantes lanzando mensajes que promuevan la lucha contra la enfermedad”, ha dicho Janssen.
Este es el primer paso para intentar controlar la propagación del virus, pero se enfrenta a varios inconvenientes. Para empezar, los primeros síntomas de la infección —fiebre, dolor muscular, de cabeza, debilidad e irritación de garganta— son inespecíficos. Lo mismo puede pasar con una gripe, otra enfermedad vírica (al principio se atribuyeron falsos positivos de ébola a personas con el virus de Lassa) o la malaria, por ejemplo. Esto hace que los afectados tarden en ir a los centros sanitarios.
Además, hasta ahora los brotes de ébola se habían dado en África Central (República Democrática del Congo y Uganda sobre todo), por lo que la población no sabe a lo que se enfrenta. Y, los que lo sospechan, muchas veces intentan no ir a un centro sanitario por miedo al estigma asociado a la enfermedad, que ya empieza a calar en las zonas afectadas, según advierte MSF.
La ONG destaca otro aspecto: “Una falta de conocimiento de cómo se transmite la enfermedad ha hecho que la gente siga asistiendo a funerales [de posibles afectados] en las zonas en las que no hay medidas de control”. Esto facilita el contacto con los cadáveres, que son una Fuente de contagio (por eso la medida recomendada en estos casos es la cremación, pero eso choca con las tradiciones locales).
Ante esta situación, la única medida posible es reforzar los equipos desplazados a la zona para intentar detectar y aislar a los infectados lo antes posible. El ébola se detecta mediante un análisis de sangre que busca el material genético del virus en las personas. Los síntomas más llamativos (las famosas hemorragias internas y externas) solo aparecen al final del proceso.
La OMS ha anunciado el envío de 150 profesionales más a la zona. MSF, que tiene a 300 personas ya desplegadas en la zona, afirma que hace falta mucho más personal sanitario, sobre todo médicos entrenados para tratar este tipo de enfermedades. Es una lucha contrarreloj en la que ya es la peor epidemia de ébola desde que se descubrió el virus en 1976.