Oslo siempre ha vivido de cara al mar y ahora, después de la remodelación arquitectónica realizada, ha instalado la vanguardia en su fachada marítima, renovando su puerto de origen vikingo e inaugurando nuevos centros culturales y de ocio.
El paseo puede comenzar visitando el Ayuntamiento, cuyas torres sobresalen al final del muelle Aker Brygge. La historia contemporánea de Oslo está explicada en los murales que cubren su vestíbulo. Pero si por algo es conocido es por acoger cada año la entrega del Premio Nobel de la Paz.
Muy cerca se extienden los casi dos kilómetros de la Karl Johans Gate, la avenida que enlaza el Palacio Real con la Estación Central.
En ella se suceden edificios relevantes como la Catedral (siglo XVII), el Teatro Nacional (1899), el Parlamento (XIX) y el Grand Hotel, que aloja uno de los establecimientos más carismáticos de la ciudad, el Grand Café (1874). Allí, artistas como el dramaturgo Henrik Ibsen o el pintor Edvard Munch acudían con asiduidad.
El local respira el aire señorial de entonces gracias al mobiliario y las pinturas que cubren sus paredes.