El Presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, reiteró este lunes su decisión de permanecer en el cargo. “Me siento completamente tranquilo”, dijo al inicio de una rueda de prensa que empezó con una hora de retraso. Confirmó que agotará el proceso legal en su contra, con una petición a las partes: “Que se respete el debido proceso” -según nota de El PAÍS-.
“En las circunstancias en que está viviendo el país –hay elecciones convocadas para el domingo–, consideré conveniente, aún a costa del desgaste personal, afrontar un proceso judicial”, expresó en un mensaje plagado de señalamientos en contra de la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), sus acusadores, y en contra de la Comisión de Investigación que el sábado recomendó que fuera despojado de su inmunidad.
Como en ocasiones anteriores, el mandatario, que compareció con un traje azul marino, se vio traicionado por el lenguaje corporal. No logró transmitir la firmeza que pretendía con sus palabras a la hora de intentar desmontar los señalamientos en su contra.
Excepto por la necesidad del mandatario de evitar la cárcel, no se entiende su contumacia en aferrarse a un mandato que ha perdido legitimidad. Esto quedó demostrado el jueves 27, cuando más de 100.000 guatemaltecos salieron a las calles para exigir su inmediata dimisión. A esto se suma que no tiene ninguna garantía de que su principal aliado, el teórico opositor Manuel Baldizón, pueda controlar a sus diputados para evitar que con su ausencia o voto en contra, el Congreso pueda paralizar el proceso de despojo de inmunidad inherente al presidente de la República.
El contexto político tampoco es favorable a Pérez Molina: el próximo domingo se celebran elecciones generales y los diputados están más preocupados por conservar el escaño, que por presuntas fidelidades al partido que los llevó al Congreso. Esto quedó en evidencia con el voto unánime de la comisión.
Así las cosas, entrampar el proceso con infinidad de recursos dilatorios ante los tribunales, se adivina como el único camino para Pérez Molina. En este contexto, el calendario juega a su favor. Su cuatrienio termina el 14 de enero cuando asumirá como diputado no electo al Parlamento Centroamericano (Parlacen), organismo que se ha convertido en trinchera de inmunidad para los mandatarios de los países miembros.