Con una carrera consolidada que lo ha llevado a exponer en países como Estados Unidos, España y Corea, el artista plástico oaxaqueño Pablo Luzardo (1969) presenta una selección de obras de sus primeras dos décadas como pintor en el libro homónimo recientemente coeditado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta y Fogra Editorial.
Metáforas, realidades, fantasías o visiones panteístas, las obras de Pablo Luzardo llevan a su universo personal, a un estilo propio y definido de juegos y tensiones que el artista expone con una visión poética y honesta de la realidad que conforma su mundo, refiere la historiadora y crítica de arte Rocío Castelo en uno de los textos que acompañan el catálogo, en el que escriben además Heinrich Pfeiffer, quien destaca el valor de las emociones en el trabajo del pintor, y el crítico Antonio Calera Grobet, quien coloca entre sus coetáneos la obra de Luzardo.
“La invasión de espacios reales, imaginarios y literarios, la mirada atenta y sumamente sensible; el estudio y la experimentación profesional en dibujo, técnicas, cualidades y reacciones de los materiales son las herramientas con las que Luzardo une dos vertientes del arte tradicionalmente irreconciliables, la abstracción que da cabida y complementa la lectura de las formas y la figuración con la que declara sus propuestas”, afirma Rocío Castelo.
Antonio Calera refiere que “en un ambiente complejamente arraigado, cerrado y proclive a la mimesis entre sus artistas coetáneos, la obra de Luzardo representa un nutritivo deslinde digno de subrayarse. Lejos de la hemofilia temática o referencial que pudiera estar hiriendo a los artistas descendientes de ese enorme surtidor oaxaqueño, huidizo también a la selección material con que algunos han querido emparentarse a no pocos valores de aquella genealogía, Luzardo finca sus terrenos en una especie de concha o retícula independiente, que lo signa como una voz particular”.
Al referirse a la obra del artista oaxaqueño, Heinrich Pfeiffer escribe: “La mayor parte son misteriosos paisajes, siempre sombras. En la sombra se esconde algo: animales, hombres, mujeres. Parece un mundo subterráneo, pero también de explosiones.
“A veces los títulos que Pablo Luzardo ha dado a sus obras invitan a recorrer el interior de las pinturas, con ojos deseosos de descifrar sus contenidos y detalles. A veces se necesita buscar la palabra precisa, la que corresponde con la obra. Muchas otras veces también se descubre a primera vista el sujeto, puede tratarse de un animal, una persona, fruta u otras cosas, pero hay siempre algo más, en una composición donde la razón lógica queda suspendida, entre contrastes fuertes que luchas entre sí.
“Los temas se repiten como ideas guía: los toros, la soledad, la tierra contaminada y sucia o el destino de los animales, en los que se esconden los instintos que dominan a los hombres en este tiempo de angustia, en que han perdido la esperanza de encontrar el sentido de su propia vida”, agrega.
Pablo Luzardo se presentará este sábado 20 de junio a las 12:00 horas en el Museo Nacional de San Carlos, en Avenida Puente de Alvarado No. 50, colonia Tabacalera, con los comentarios de Rocío Castelo, Fernando Gálvez de Aguinaga, Sol Levin y el pintor.