Recuerdos de juguetes antiguos en Museo

Frente al éxito navideño alcanzado por los videojuegos, las consolas, los muñecos electrónicos y las máquinas a control remoto, un museo conformado por más de 40 mil juguetes antiguos transporta a los nostálgicos a los años felices de su infancia.

Hace cincuenta años, el coleccionista mexicano Roberto Shimizu guardó su primer juguete, un coche de metal inglés Rolls Royce gris fabricado en 1940, que, tiempo después, sería la piedra angular para crear el capitalino Museo del Juguete Antiguo de México.

Junto al Rolls Royce, destacan en este museo piezas como la muñeca original más grande de México, de la que también se conservan sus moldes, o la colección de trenes con motor más pequeños del mundo, así como antiguas muñecas de trapo y carritos de madera de más de cien años de antigüedad.

Según explicó Shimizu, el local que hoy alberga el museo fue, en la década de los 40 del pasado siglo, la papelería y dulcería de sus padres, quienes en época de Reyes vendían juguetes hechos en México, alguno de los cuales conservaba el coleccionista para sí.

A mediados de 2004, Shimizu decidió transformar la pastelería de sus padres en el hogar de 40 mil juguetes y de un millón de objetos del recuerdo como revistas, disfraces, fotografías o llaveros para que el público pudiera apreciarlos.
«Verme rodeado de tantísimas piezas valiosas me hizo querer compartirlas para enseñarle a la gente que hubo un México muy feliz y que los niños sabíamos divertirnos con cosas maravillosamente sencillas» , explicó.
El museo, de tres pisos, está dividido en cinco salas en las que los juguetes se pueden observar de acuerdo al material del que están hechos, a su origen o a su época.

La primera sala reúne piezas de los años cincuenta como documentos personales del luchador ‘El Santo’, del artista mexicano Ernesto García Cabral ‘El Chango’, álbumes de estampas, los cuentos del compositor de música infantil «Cri-Cri» y vehículos de madera y de metal.
La segunda y tercera salas están dedicadas a las exposiciones temporales, que este año presentan una colección de unas mil 400 muñecas «Barbies» , junto a sus típicos accesorios como coches, casas y vestidos, y unas mil 400 figuras «G.I. Joes».

En la cuarta sección de este museo, se pueden apreciar muñecos de los años treinta y setenta como la muñeca más grande en México, de más de un metro de altura o la colección de trenes con motor más pequeños del mundo.
Finalmente la quinta sección muestra varios objetos fabricados en lata como un platillo volador, algunos de los primeros robots que hizo la industria juguetera, así como una colección de más de 2 mil carritos.

Todos estos juguetes están guardados en vitrinas, acomodados en el suelo y sobre bases de antiguos aparatos reciclados, como calderas, transformadores eléctricos, chasis de automóviles y bombas de gasolina.

Según Shimizu, a los visitantes los juguetes que más nostalgia provocan son bicicletas, triciclos, patines y carritos.
Con este tipo de juguetes «aprendimos a compartir, a jugar en sociedad, algo que hoy los niños ya no saben o han olvidado» , dijo el coleccionista.

Hace treinta años, el coleccionista dejó de adquirir juguetes y se esfuerza desde entonces por sacar a la luz piezas que, por falta de espacio, no ha podido aún exhibir.

La industria juguetera mexicana se inició en los años posteriores al término de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con el invento de la inyección de plástico y los moldes de acero.

Sin embargo, a partir de los años ochenta comenzaron a importarse juguetes de todo el mundo, y con ello, la industria mexicana «desapareció» , se lamentó Shimizu, quien intenta desde su museo prolongar la vida de los juguetes antiguos, hechos en este país.

El Universal