Nunca nada se puede dar por seguro en la política italiana, pero Sergio Mattarella, un jurista siciliano de 73 años con un largo pasado familiar y personal en la política, tiene muchas papeletas para convertirse el sábado en el sustituto de Giorgio Napolitano al frente de la presidencia de la República -según nota de El PAÍS-.
La propuesta, realizada este jueves por el primer ministro, Matteo Renzi, tuvo además un curioso efecto. El Partido Democrático (PD), cuyo sector más izquierdista viene ejerciendo la única oposición real al Gobierno presidido por su joven líder, le prestó su apoyo unánime y el más cálido de los aplausos, mientras Silvio Berlusconi, en quien Renzi se ha estado apoyando para sacar adelante sus reformas, dio por roto su idilio contra natura.
La razón hay que ir buscarla a 1990. Sergio Mattarella, entonces ministro democristiano en el gobierno de Giullio Andreotti, dimitió como protesta por la aprobación de una ley que otorgaba tres canales de televisión al imperio mediático de Berlusconi. Tras su etapa en la Democracia Cristiana (PD), Mattarella contribuyó a fundar el PD y formó parte de los gobiernos de Massimo D’Alema –quien lo nombró vicepresidente y ministro de Defensa– y de Giuliano Amato. En la actualidad es juez del Tribunal Constitucional, pero su biografía también está cruzada por el zarpazo de la mafia.
Al presentar su candidatura ante la asamblea del PD, Renzi dijo: “Sergio, al que a partir del sábado podremos llamar señor presidente, es un hombre de las instituciones y de la legalidad. Y además es un hombre que vivió el dolor en su persona durante la temporada de grandes crímenes de la mafia”. En 1980, la Cosa Nostra asesinó a su hermano Piersanti, por aquel entonces presidente de la región de Sicilia.
Aunque la candidatura de Mattarella ya ha obtenido la promesa de respaldo de algunos partidos del centro político y del SEL (Izquierda, Ecología y Libertad) de Nicky Vendola, su probable elección no se producirá hasta el sábado. Según establece la Constitución de 1947, durante las tres primeras votaciones se requieren dos tercios de los votos –673–, mientras que en la cuarta ya es suficiente la mayoría simple –505–. De ahí que las tres primeras votaciones –la primera se celebró en la tarde de este jueves—se conviertan en puro trámite y, de hecho, los grandes partidos decidieron depositar la papeleta en blanco.
Aunque la composición de los 1.009 “grandes electores” –senadores, diputados y representantes de las regiones– es prácticamente igual a la que, en la primavera de 2013, no logró ponerse de acuerdo y provocó la reelección de Giorgio Napolitano, ahora el panorama es mucho más claro. El liderazgo institucional y político de Renzi –reforzado este jueves durante la asamblea del PD–, la descomposición paulatina del Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la agonía política de Silvio Berlusconi reducen sensiblemente la posibilidad de sorpresas de última hora.