Excluir de la dieta ciertos alimentos procesados industrialmente e inspirarse en lo que comían «nuestros antepasados cazadores y recolectores» puede adelgazar y evitar el cáncer, el infarto o la depresión, según el doctor francés Laurent Chevallier.
Nutricionista del Hospital de Montpellier y responsable de la comisión Alimentación de la Red «Environnement Santé», Chevallier subrayó hoy la confusión reinante en su especialidad, en una entrevista con la emisora France-Info sobre su último libro: Je maigris sain, je mange bien (Adelgazo sano, como bien).
«Hay muchas contradicciones sobre lo que debemos tomar, muchos estudios contradictorios y todo el mundo está perdido», consideró Chevallier, quien colaboró en su libro con el investigador del INSERM (Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica), Pierre Meneton, según explicaron los editores.
Para Chevallier la solución es «simple» y consiste en ver «cómo hacían nuestros ancestros cazadores y recolectores».
Seguir regímenes draconianos, retirar demasiados alimentos o enfocar en el consumo exclusivo de algunos otros, como las proteínas, por ejemplo, «plantea problemas», además de ser frustrante y terminar generalmente con un aumento de peso, recordó.
En su libro, el doctor asegura que además de ser más barato no es difícil beneficiarse de las ventajas de una alimentación como la practicada por nuestros antepasados, y evitar así el peligro de una dieta «demasiado rica en productos preparados, demasiado grasos, azucarados y salados» para el organismo.
Requiere, eso sí, una primera etapa «de-condicionamiento» de la alimentación industrial en uso que puede durar varias semanas.
El doctor recomienda centrarla en el consumo de frutas, verduras, carnes magras, pescado y huevos; y evitar los productos industriales como galletas, bebidas azucaradas, cereales del desayuno o yogures de compleja elaboración hechos con sabores y edulcorantes industriales.
Luego, aunque «con parsimonia», podrán reintroducirse ciertos elementos de elaboración industrial, explicó Chevallier.
Sin olvidar que «la alimentación demasiado transformada plantea problemas» recordó.
Por eso, «es mucho más juicioso limitarse a los yogures naturales» que consumir complicados y novedosos postres lácteos con sustancias diversas que «perturban nuestras sensaciones», recalcó.
En el camino de recuperar las «verdaderas», las que permiten mantenerse en forma y controlar mejor el peso, el experto precisó que la bebida esencial es el agua.
«Ocasionalmente se puede tomar un vaso de vino, pero debe ser ocasional», comentó el doctor, cuyas obras alertan tanto contra las sustancias y aditivos añadidos por la industria alimenticia como contra los efectos nocivos de ciertos embalajes.
En particular aquellos plásticos de los que pueden migrar elementos «perturbadores endocrinos que modifican el metabolismo» a los alimentos y con ellos al organismo, dijo.
Agencia El Universal