¡Sequía extrema!

Los funcionarios de varios estados de la República Mexicana, tendrán que prever, desde ahora, cómo van a resolver el gravísimo problema de la falta de maíz. Es muy difícil, por lo que se ve, que el gobierno federal tenga ojos para darse cuenta de la situación, que aqueja desde ahora, pero que será sumamente grave el año entrante, por los cambios climáticos que han producido la pérdida de las cosechas de maíz en miles de hectáreas, de los estados del norte y centro del país. La devastación comienza en lo que aún queda de Chihuahua ( Ciudad Juárez, devastada por la violencia extrema) y tuvo sus efectos hasta Querétaro, que se consuela con haber vencido a las “chivas” y seguir en la “liguilla” del negocio del futbol mexicano.

Dedicados como están, para lograr encontrar a quién heredarle la silla y cómo pagar más y más salarios aumentados a los militares, los “federales” poco tiempo tendrán para sentarse a revisar, analizar, atender, resolver, el enorme problema que enfrentará el país (otro problema más) por la terrible sequía, que unida a las “heladas” tempraneras, acabó con las expectativas de cosechar el maíz que cada año alimenta de diversas maneras a gran parte del pueblo mexicano. Para nadie es secreto el hecho de que la alimentación de la mayoría de los habitantes de nuestro país, de todas las edades, el maíz constituye la base fundamental. Herencia que traemos desde los pueblos prehispánicos.

El maíz se convierte, gracias a las manos de las mujeres campesinas, en deliciosas tortillas de variados tamaños, colores y sabores. Los ricos tamales que se elaboran en muchos estados de la república, pueden competir con los más solicitados platillos de la cocina mexicana y de otros lugares. Entre los tamales oaxaqueños y los chiapanecos, me cuesta trabajo decidir cuáles son los más ricos. ¡Lo dejamos en empate! El atole blanco sin azúcar, aparte de ser delicioso es sumamente sano. A los diabéticos nos cae al dedillo. Siempre esperamos la primera cosecha, para deleitarnos con los tiernos elotes, hervidos y sin ninguna untada de nada. Porqué echarlos a perder. Un atolito “champurrado”, es como para beberse dos buenas tazas. Sobre todo si se acompaña de una riquísima “hojaldra” de las que elaboran nuestros panaderos de pueblo, amasando la harina (desde luego, a mano) para meterlas al horno antiguo, de barro, con leña del campo para darle mejor sabor al pan.

¿Qué sucederá si no hay maíz para centenares de pueblos, millones de mexicanos? Creo que es tiempo de prever el presupuesto necesario para importar la indispensable semilla, base de la alimentación de casi todos los mexicanos. Aunque, le diré que, paradójicamente, muchas personas de los estados del norte de nuestro país, ya acostumbran comer las otras tortillas, las de harina de trigo. Son también deliciosas, pero también podría suceder que tampoco haya trigo para elaborarlas, el año entrante. La sequía barre parejo. Habrá que desear, esperar con mucha fe de la buena, que el gobierno federal distraiga algunos centavos, dejando de comprar armas y botas, para asegurar la cantidad de semilla que le permita, al menos, calmar su hambre. Hambre de la que se cura comiendo para sobrevivir y hambre y sed de justicia y paz, para poder buscar empleo y escuela para sus hijos. ¿PAN sin tortilla?