A fin de homenajear y rendirle tributo a “una mujer prodigiosa”, “una pintora única” y “una escritora inimitable”, Elena Poniatowska escribió la novela Leonora y con ello obtuvo, en España, el Premio Biblioteca Breve 2011. Así lo dijo la autora en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en días pasados.
En el evento organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, reveló que conoció a la pintora Leonora Carrington hace medio siglo e inició “una novela en torno a su persona, a la que le puse Fiona; cuando tenía yo 200 páginas pensé ¿por qué no la hago directamente sobre Leonora?, y me lancé”.
Acompañada de los escritores Alberto Ruy Sánchez y Fabrizio Mejía Madrid, del periodista Javier Aranda y la historiadora de arte Teresa Arcq, la autora de La noche de Tlatelolco y Tinísima dijo que siempre ha querido a la pintora inglesa, que hace unos días cumplió 94 años de edad.
El año pasado, recordó la periodista, “al bajar la gran escalera del Palacio de Minería, en el que le habían hecho un homenaje, me regaló una sonrisa tan bella que me iluminó varios días ¿o será que ahora soy más sensible a las sonrisas?”, comentó.
Reconoció Poniatowska que mucho de lo que escribió sobre Leonora “ya estaba escrito, ella misma se describió en muchos momentos de su vida, sólo cambiaba su nombre y el de otros protagonistas de su relato”.
Habló sobre la vida “fuera de serie” de Leonora Carrington y de dos temas de los cuales poco se ha hablado: su actitud ante el nazismo y su solidaridad con los judíos, al grado de que se indignó, quizá más que ningún otro artista, por la suerte de los hombres y mujeres, ancianos y niños que fueron llevados a un campo de exterminio”. Desde entonces, afirmó la escritora, Carrington “jamás ha dejado de mostrar su rechazo e indignación contra una de las grandes taras de la humanidad”.
Poniatowska dijo también que “muchas hojas quedaron fuera” de su reciente novela. “Más de 250 páginas corté porque pensé que a Leonora Carrington le disgustaría que divulgara pensamientos, críticas y situaciones de las que ella sólo hablaba en cartas”, añadió.
Aseguró que la pintora surrealista “nunca sacrificó su ser verdadero a lo que la sociedad convencional esperaba de ella, nunca aceptó el molde en el que nos cuelan a todos, nunca dejó de ser ella; escogió vivir en un estado creativo que hoy nos exalta y nos llena de admiración, defendió su talento desde la madrugada hasta el anochecer, primero contra su padre y después contra una clase social que pretendía imponerle leyes estrictas, las mismas que han impedido el florecimiento y la creatividad de hombres y mujeres de talento”.
De acuerdo con Elena Poniatowska, “Leonora Carrington nunca vivió para las apariencias, vivió para pintar y para sus hijos. El único fin de su vida fue defender su vocación de pintora y escribir textos que nadie más que ella podría escribir”.
Dijo que en México “se ha hecho poco ruido” a Carrington porque ella misma escogió vivir recluida, lejos de imágenes ajenas a su aislamiento. “Su casa es finalmente un retiro y su aislamiento es voluntario”, consideró.
Señaló la autora de La flor de Lis y La piel del cielo que la artista surrealista “no busca la comprensión, ni siquiera expresar sentimientos; lo esencial para ella es llegar a un espacio que muy pocos alcanzan. El sentimentalismo es una forma de cansancio, dijo Leonora en cierta ocasión”.
Finalmente dijo que el desafío de toda la vida de Leonora Carrington “es el de los mexicanos que ahora preguntamos: dónde nos hemos venido a sentar y quién está aquí para cuidarnos”.