El huracán más mortífero de la historia, Patricia, fue anulado por la Sierra Madre Occidental y de esa manera evitó muchas muertes y peores daños materiales.
Esta convicción fue expresada por el meteorólogo Angel Meulenet, de la Universidad de Guadalajara (UdG), al periódico El País, el cual le dedica la nota principal en su página de internet.
En el Océano Pacífico se presentaba con categoría 5, la mayor de acuerdo a los estándares internacionales, y se dirigía con vientos medios de 325 kilómetros por hora con rachas superiores a los 400.
Eran suficientes para hacer volar vehículos, destruir cultivos, arrastrar personas, anegar ríos e inclusive demoler viviendas de materiales no altamente sólidos.
Sin embargo, explica el experto:
«Las grandes montañas de la sierra erosionaron el anillo exterior del huracán, y, cuando el ojo del huracán llegó a tierra, ya estaba debilitado por el roce previo del anillo exterior».
Desde siempre, recuerda Meulenet, la Sierra Madre Occidental ha sido “una barrera” contra los huracanes que llegan por el Pacífico, así como la Sierra Madre Occidental lo hace con los que llegan por el Golfo de México
El anillo de esos meteoros, reproduce El País, están circundados por anillos y cuando llegan contra el macizo empiezan a deteriorarse hasta perder impulso.
Por ello el ojo de Patricia, afectado por la destrucción de la estructura general del huracán, llegó debilitado a la costa y por ello no hubo tantos daños como se pronosticaban.
Ahora Patricia sigue su viaje hacia el noreste de México, con intensas lluvias en Zacatecas, Durango, Tamaulipas, Nuevo León y el norte de Veracruz.