
Todo hecho que se presenta a la luz pública, sobre todo si es de carácter político, siempre conlleva otra historia detrás de la historia –valga el pleonasmo–. Cuántas ocasiones un sonriente personaje se refiere a un tema totalmente maquillado e incluso contrario a lo que en realidad está ocurriendo.
Así vemos que los “exquisitos” diplomáticos, siempre hablan maravillas de sus interlocutores, de los países donde acuden en alguna misión o si se trata de embajadores, las frases corteses para con los países anfitriones fluyen con singular entusiasmo.
Así, tras los muros infranqueables de la embajada de Estados Unidos en Paseo de la Reforma, se ubica una de las mayores redes de información política internacional, dadas las condiciones de nuestra vecindad con “el gendarme de América Latina” –tal como lo definió Theodore Roosevelt un 6 de Diciembre de 1904–.
Por ello, nuestro país y sus actores políticos obviamente no podrían quedar fuera de la “súper ventaneada” que Wikileaks le puso a nivel mundial al Departamento de Estado Estadounidense, aunque eso tal vez no sea lo más grave –porque como bien dice uno de los clásicos, todo lo que se dice ya lo sabíamos– sino la torpeza con la que el gobierno mexicano reaccionó ante tales revelaciones.
Y vamos a los datos duros ahí expuestos, el gobierno –de México– solicitó “desesperada ayuda” a Estados Unidos ante su incapacidad para combatir al crimen organizado; la secretaria Hillary Clinton pidió a sus diplomáticos –léase espías– un informe detallado sobre “la forma como le está afectando al presidente Calderón en su personalidad y forma de gobernar, noticias adversas como la guerra contra el narcotráfico, la caída de la economía y los malos resultados de su partido en las elecciones”, es decir “en buen romance” que los gringos temen que el presidente pueda tener un desequilibrio emocional tal que ponga en riesgo al país.
Por si fuera poco, también revelan que el presidente Calderón habló con Dennis Blair, Director de Inteligencia de EEUU, para externarle su preocupación por la intromisión de Hugo Chávez en los asuntos de México –¿en qué quedamos, no que somos una nación “independiente” y no “necesitamos vejigas para nadar”?–.
Y ya entrados en gastos, nuestro primer mandatario dijo no descartar que Chávez financió la campaña de López Obrador en el 2006, afirmación temeraria que no se corresponde con la investidura que ostenta, aunque –bueno–, si de lo que se trata es de superar las torpezas del prozac Vicente Fox, pues ya lo consiguió.
Los documentos revelados incluyen la petición del Secretario de la Defensa Nacional Guillermo Galván, de establecer un estado de excepción en algunas zonas del país y dan a conocer algo que es un secreto a voces, las luchas intestinas por el poder y los créditos en la “foto” y ¿por qué no? –a lo mejor– por las “utilidades” que se dan entre las policías, el ejército y la marina y los titulares de las dependencias que tienen que ver con el combate al crimen organizado.
Sin duda, el Gobierno Mexicano sabe perfectamente los nombres y apellidos de los “diplomáticos” que elaboraron dichos informes, a los cuales si hubiera un mínimo de dignidad nacional, ya los hubieran –mínimo– expulsado del país, aplicándoles el 33, por andar haciendo juicios de valor sobre las instituciones nacionales y sus responsables, cosa que no ocurrirá porque hoy más que nunca los norteamericanos nos tienen la bota en el cuello, porque el imperialismo es el imperialismo, así lo represente un Bush o un Obama.
Por supuesto, también queda claro que los gobiernos Panistas tienen un doble discurso en este tema y diferente rasero y si no, ahí está el caso de Orlando Silva, el diplomático cubano a quien Fox expulsó, por el solo hecho de que era más amigo de Priistas y Perredistas.
Volveremos a encontrarnos aquí en “SIN CENSURA”