
La tragedia generalizada que vive México no podrá ser enfrentada exitosamente solo por el Estado, mucho menos por el gobierno federal. La tragedia es tan amplia y profunda que hace indispensable la participación solidaria de toda la sociedad mexicana.
Según la más reciente reunión de evaluación del Gobierno Federal, a causa de las lluvias hasta el momento ha habido 139 fallecimientos, casi 100 de ellos en guerrero. También hay 53 personas desaparecidas. 26 estados tienen daños considerables. Más de 60 mil personas han sido evacuadas.
Además, aún falta mucho para superar el desastre. Cesarán las lluvias pero no la necesidad de ayuda: para gran cantidad de regiones la tragedia se agravará cuando se hayan retirado los servicios de emergencia y las donaciones de los mexicanos se agoten.
Pasarán meses antes de que sean reparados los daños en los 312 municipios que han sido declarados en emergencia y en las carreteras que han sido quebrantadas. Igualmente será difícil paliar la pérdida total de 613 mil hectáreas de cultivos, que han significado un duro embate para el campo.
Hay un largo camino por delante, el cual las autoridades de todos los niveles tendrán que recorrer con un altísimo sentido de la responsabilidad y sobre todo con mesura en lo político.
Si algo ha resultado indignante en estas duras jornadas ha sido ver que en algunos casos por encima del más elemental sentido humanitario ha estado la búsqueda de tajadas políticas. Montajes televisivos, donaciones inexistentes, operaciones humanitarias escenificadas “para la foto”, son no solo una falta de ética, también son pésimas maniobras políticas pues el pueblo de México no olvidará quién buscó lucrar en estos momentos de sufrimiento.
Hay que apelar al sentido de responsabilidad de las instituciones para que no traten el tema con frivolidad o con criterio partidista. Que las decisiones se tomen con sentido social y no se recurra al chantaje político (como ha sucedido alrededor del Pacto por México).
Pero, sobre todo, como sociedad tenemos la obligación de recordar que la tragedia no se remediará principalmente con recursos económicos, sino con un recurso que en muchas sociedades faltas pero en la mexicana sobra: la solidaridad, que es el alma de la convivencia humana.
Se trata del principio que nos impele a ser responsables por nuestra vida y por la de los demás, cultivando la consciencia de la deuda que tenemos con la comunidad en la que estamos insertos, la que nos ha dado facilidades para vivir.
Porque la solidaridad no es un sentimiento de enternecimiento superficial o de vaga compasión. Todo lo contrario. Es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos responsables de todos. Es, también, el concepto clave que ayudará a que México pronto vuelva a estar de pie.
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