El Súper Martes electoral en Estados Unidos, que se ha arraigado desde hace cuatro décadas como el maratón político más intenso del año, tiene el potencial de encumbrar a los aspirantes demócratas y republicanos con mayores probabilidades de ganar la nominación de sus partidos.
Los triunfos consecutivos del republicano Donald Trump en Nueva Hampshire, Carolina del Sur y Nevada, así como las victorias de la demócrata Hillary Clinton en Iowa, Nevada y especialmente en Carolina de Sur los posicionan para amarrar potencialmente sus respectivas nominaciones.
Concebido en 1976, el Súper Martes ha evolucionado hasta reflejar el complejo mosaico demográfico de Estados Unidos, en contraste con las mayorías caucásicas que pueblan Iowa y Nueva Hampshire, y este año abarca 12 estados y un territorio disímbolos, desde las liberales Massachussets y Vermont hasta las conservadoras Texas y Alabama.
Por ello el botín de casi mil 700 delegados demócratas y republicanos suele recompensar a los políticos con mayor capacidad organizativa, con más dinero en el bolsillo y con mayor popularidad entre segmentos diversos del electorado, desde estados abrumadoramente rurales como Alaska hasta semi cosmopolitas como Virginia.
La lista completa incluye a Alabama, Alaska, Arkansas, Colorado, Georgia, Massachusetts, Minnesota Oklahoma,Tennessee, Texas, Vermont y Virginia. También votan Samoa Americana y los demócratas en el exterior, la mayoría residentes en México.
Para los republicanos representa 641 delegados en juego, y mil 34 para los demócratas, si bien algunos quedan en libertad de definir su voto en las convenciones partidistas de julio.
El magnate inmobiliario Donald Trump aparece como el aspirante republicano con mayor propulsión, gracias a sus cómodos triunfos consecutivos en Nueva Hampshire, Carolina del Sur y Nevada, pero el desenlace no está exento de incertidumbre.
Entre los republicanos, el ganador de los comicios internos individuales se lleva todos los delegados en disputa, a diferencia de los demócratas, donde la distribución es proporcional en la mayoría de los estados.
De allí que triunfos potenciales de Ted Cruz, Marco Rubio, Ben Carson o John Kasich, pueden no sólo desacelerar la acumulación de delegados para Trump sino desdibujar el aura de inevitabilidad de su victoria hacia la coronación partidista.
En 2012, por ejemplo, el voto conservador se repartió entre Mitt Romney y Rick Santorum, y marginalmente entre Newt Gingrich, aunque el primero amarró más adelante la nominación.
En contra del millonario estadounidense opera el hecho de que su vasta popularidad entre los votantes con menos educación formal es ensombrecida por la imagen más negativa entre todos los aspirantes presidenciales, sean republicanos como demócratas.
Un sondeo WSJ/NBC encontró a Trump con una imagen neta negativa de menos 31 puntos porcentuales. Por comparación, la ex primera dama Hillary Clinton tiene una imagen negativa de apenas menos 13 puntos.
Es indudable que Trump ha logrado trascender barreras ideológicas y generacionales, particularmente entre los votantes más frustrados con la clase política, pero también ha acumulado una animadversión inédita.
«El señor Trump engendra un respaldo apasionado pero también un rechazo considerable», reconoció la página editorial de The Wall Street Journal.
Entre los demócratas, Hillary Clinton tiene un margen más cómodo de ventaja frente al senador socialista Bernie Sanders.
De cara al Súper Martes, la ex jefa de la diplomacia estadounidense aventaja a Sanders en la mayoría de los estados con elecciones con la excepción de Vermont.
En favor de Sanders opera sin embargo el precedente que éste padecía un déficit significativo antes de las asambleas electorales de Nevada, y terminó en un competitivo segundo lugar.
Este 1 de marzo, el Súper Martes del 2016 tendrá así lugar en uno de los ciclos electorales más inusuales de las últimas décadas por lo que expertos no descartan sorpresas.
INF./NOTIMEX