Valle Sagrado de los Incas…protegido por los vientos del altiplano

El valle del río Urubamba ha sido desde épocas muy antiguas un área privilegiada para el cultivo del maíz, en razón de su moderada altitud y de que se encuentra protegido de los fuertes vientos del altiplano. Ya en tiempos de los incas constituía, además, un importante corredor hacia las selvas nubosas o yungas donde se cultivaba la hoja de coca, de enorme importancia ritual en el mundo andino. En efecto, el cultivo de la coca era una de las actividades productivas de mayor importancia en los alrededores de Machu Picchu, tal como lo acreditan las fuentes históricas y etnológicas.

El nombre de Valle Sagrado se aplica al tramo del valle del río Urubamba que comprende los poblados de Pisac, Calca, Yucay, Urubamba y Ollantaytambo. Aquí, el río discurre entre canchones de cultivo y laderas con empinadas andenerías (las terrazas de cultivo de la zona). Los promontorios rocosos más abruptos están coronados con imponentes ruinas de ciudadelas fortificadas. Hacia lo alto se yerguen los montes Pitusiray, Sahuasiray, Verónica y Chicón, con sus cimas de nieves perpetuas.

Al igual que Machu Picchu, los más importantes complejos ceremoniales en el corazón del Valle Sagrado fueron construidos a mediados del siglo XV, durante el reinado del primer gobernante histórico inca, Pachacuti Yupanqui (1438-1471). Las ruinas de Pisac y Ollantaytambo brindan testimonio de la habilidad de los incas para combinar las formas del paisaje natural con la arquitectura ceremonial en piedra y los conjuntos de terrazas de cultivos adyacentes. Dichas ciudadelas constituían lugares aptos para la iniciación de los expertos en rituales, en virtud de la proximidad y las vistas de los picos montañosos que las rodean.

Estas «ciudadelas-fortalezas», que combinan rasgos ceremoniales y defensivos, suelen aparecer emplazadas en las estribaciones orientales de los Andes. Su función consistía en vigilar las fronteras y prevenir ataques sorpresivos por parte de los antis u otros pueblos nómadas que habitaban las forestas. Asimismo, por su monumentalidad arquitectónica y sus cualidades escenográficas, cabe pensar que estos complejos fueron diseñados para causar admiración reverencial en las etnias andinas vecinas, en particular los chancas, tradicionales rivales de los quechuas de Cuzco.