El amor por el campo y los campesinos determinó la obra de Vincent Van Gogh en sus inicios. Pintó con el corazón los paisajes de Brabante Septentrional, la provincia del sur de los Países Bajos en la que nació y vivió su juventud.
En ella se convirtió en artista, se impregnó del entorno y lo recreó de forma compulsiva con su personal paleta de colores, de forma que en solo diez años realizó 800 pinturas y 1.000 dibujos. En 2015 se cumplen 125 años de su muerte y, además de otras propuestas organizadas en Holanda, su provincia ha estrenado la Ruta Van Gogh, idónea para seguir en bicicleta y por etapas, que descubre sus primeros escenarios.
El viaje se inicia en Zundert, 138 km al sur de Ámsterdam, donde el artista nació en 1853. La localidad preserva su fisonomía rural, dibujada por molinos, bosques de lánguidos árboles y campos de fresas alineados junto a los senderos. La casa natal de Van Gogh ya no existe, pero, en su lugar, un edificio de arquitectura holandesa la recrea y acoge una muestra con recuerdos, fotografías y documentos. El jardín de la parte trasera, en el que se ha instalado un restaurante, es una réplica del que tenía la casa familiar.
La visita al pueblo pasa por la iglesia en la que su padre ejerció de pastor protestante –la sacristía es hoy un taller para jóvenes artistas– y el cementerio donde yace su hermano mayor, muerto al nacer y que, como él, se llamaba Vincent, un hecho que marcó su niñez. Después se puede realizar una excursión de ocho kilómetros que, a través de bosques, conduce a algunos de los rincones que inspiraron sus primeros lienzos.