Hace 165 años, unas turbas animadas por caudillos atacaron la sede del Congreso Nacional de Venezuela. En los disturbios de enero de 1848 murieron cuatro parlamentarios y se abrió la puerta para una dinastía de hombres fuertes, la de los hermanos Monagas -según nota de El PAÍS-.
Menos cruenta resultó la trifulca de este martes por la tarde en la Asamblea Nacional: 11 heridos, todos por contusiones, fue el saldo de la golpiza. Pero deja en el ambiente la pregunta de si no será el punto de ignición de una crisis que, hora a hora, se agrava en Venezuela.
La sesión del martes prometía ser ríspida en el Parlamento. Representaba la oportunidad para comprobar si el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, exteniente del ejército y también número dos del chavismo, seguiría impidiendo el uso de la palabra a los diputados de oposición que no reconocieran previamente, de viva voz, a Nicolás Maduro como presidente de la República.
Al llegar al hemiciclo, los diputados opositores encontraron que a sus puestos les habían sido retirados los micrófonos. Luego debieron esperar casi tres horas a que los parlamentarios oficialistas, reunidos en junta con Cabello para definir la estrategia para la sesión, acudieran a sus curules.
Iniciado el cónclave, cuando del orden del día no se había cumplido ni media hora –con la aprobación exprés de una nueva presidenta del Banco Central y el inicio de la discusión sobre unos créditos adicionales- Cabello impidió que en el debate participaran los diputados de oposición, silenciando a William Dávila, representante del Estado de Mérida.
Ante la censura, los parlamentarios opositores hicieron sonar cornetas y pitos en signo de protesta e intentaron desplegar una pancarta con la inscripción: “Golpe al Parlamento”. Ese fue motivo para que diputados de la bancada oficialista embistieran contra sus pares y se liaran a golpes, una trifulca en la que –según versiones- también participaron guardaespaldas de la directiva parlamentaria.
Entre los más malheridos estuvieron Julio Borges, líder del Partido Primero Justicia (PJ) y la diputada María Corina Machado. El diputado por el estado Bolívar, Américo De Grazia, debió ser hospitalizado. Los diputados Nora Bracho, Homero Ruiz y Eduardo Gómez Sigala sufrieron contusiones.
El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) reportó como lesionados a sus diputados Odalis Monzón, Nancy Ascencio, Maigualida Barrera y Claudio Farías. Sin embargo, los vídeos registraron que estos mismos parlamentarios estuvieron en la vanguardia del ataque contra la disidencia.
El jefe de la representación oficialista, Pedro Carreño –un ex capitán del ejército, leal a Cabello-, ofreció declaraciones tras la suspensión de las actividades en la cámara. Inscribió los sucesos dentro del “plan golpista” de la “oposición fascista”, y reivindicó las facultades del presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, para acallar a los diputados que “no acaten la Constitución”.
Carreño adquirió notoriedad en 2002 cuando, ya diputado, negó que el asesor de inteligencia del ex presidente peruano, Alberto Fujimori, entonces fugitivo, estuviera en Venezuela. En esa ocasión Carreño, dando crédito a “fuentes confiables”, aseguró que Montesinos había sido ajusticiado en una base naval de Iquitos (Perú). Pocos días después, las autoridades venezolanas capturaban a Montesinos en Caracas.
La tángana del día aumentó las tensiones en el ámbito parlamentario, alimentadas antes con el anuncio de Diosdado Cabello de que retendrá las remuneraciones de los diputados que persistan en cuestionar los resultados de las elecciones del pasado 14 de abril, en las que resultó ganador el oficialista Nicolás Maduro. La oposición venezolano cuestiona ese resultado.
Al mismo tiempo en que la violencia se desataba en la asamblea –en una sesión que se transmitía en directo, pero que el canal oficial del parlamento dejó de seguir-, el vicepresidente Jorge Arreaza y el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, llevaban adelante una rueda de prensa con corresponsales nacionales y extranjeros en la que denunciaban la “invisibilización” del gobierno de Nicolás Maduro en los medios informativos privados.
Tras unos días en el estado Zulia, primera escala de lo que Maduro ha denominado “Gobierno de calle” –una suerte de asambleas itinerantes por todo el país-, los voceros del Ejecutivo se quejaron de que los medios se aplicaban deliberadamente la autocensura con tal de minimizar la gestión gubernamental. Llamaron a la reflexión a los responsables de esos medios, pero aclararon que, mientras esa “censura” no se corrija, seguirán apelando al recurso de las cadenas de radio y televisión.
Mientras todo esto ocurría, Maduro disfrutaba de una función especial de la obra Dralion del Cirque du Soleil, una de cuyas compañías se encuentra en el país. Poco después, el primer mandatario nacional informó que había obtenido de la compañía, de origen canadiense, la realización de dos funciones y entrada libre “para todo el pueblo”.