El Nobel de Literatura 1998, José Saramago (1922-2010) , era un personaje que envidiaba mucho a su colega Gabriel García Márquez, pues no entendía cómo es que ‘Gabo’ podía escribir tan bien, aseguró anoche aquí Pilar del Río, viuda del autor portugués.
Durante la presentación del libro ‘El último cuaderno de José Saramago’, la editora hizo un breve recorrido por el ejemplar que recoge los textos que Saramago escribió de forma asidua en su «blog» personal, entre el 23 de marzo de 2009 y el 2 de junio de 2010, 16 días antes de morir en Lanzarote.
Al tomar la palabra, la editora de Saramago al castellano habló de los momentos en que su esposo convivía con sus amigos y colegas, entre ellos Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Darío Fo y Mario Benedetti, mismos que se recogen en el texto.
Según Del Río, Gabo era un ‘deslumbramiento’ para Saramago, pues además de ser una buena persona, poesía una escritura envidiable.
‘Le tenía mucha rabia, pues se preguntaba cómo se podía escribir tan bien. Cuando leyó ‘El general no tiene quien le escriba’, se sintió, por un lado, enaltecido como lector y, por el otro, hundido como una persona respecto a que algún día le gustaría escribir, pues en ese momento aún no lo hacía’, expresó Del Río.
Dijo que la misma afinidad sentía su esposo por el escritor mexicano Carlos Fuentes, a quien admiraba porque sabía elegir las corbatas y nunca llevaba los pantalones desarreglados.
‘Por Fuentes, dijo, sentía deslumbramiento y decía que le podía perdonar todo a él: le puedo perdonar el que haya enseñado México, que haya escrito los libros que ha escrito, entre ellos, ‘La región más transparente’, le puedo perdonar que sea tan buen amigo, pero no le perdonaré que siempre lleve los pantalones tan impecablemente planchados’, rememoró Del Río.
Sobre el escritor italiano, Darío Fo, afirmó que eran grandes amigos que se frecuentaban y compartían muchas propuestas.
‘Fo es una persona espectacular e histriónica pero cuando intentó presentar candidatura a la alcaldía de Milán (Italia) , José lo apoyó, pues decía que era lo mejor que le podía suceder a una ciudad’, indicó.
De Mario Benedetti recordó que ambos viajaron varias veces juntos, y agregó que desde la Fundación de Saramago, ‘lo lanzamos a nivel mundial’.
‘Sabíamos que ya estaba muy enfermo, y le ayudamos haciendo una especie de Rosario Laico sobre sus poemas por el mundo.
‘Comenzamos a mandar a todas partes, a hacer lecturas públicas sobre sus poemas. Incluso en Uruguay, una estación de radio retomó la iniciativa y transmitió 24 horas leyendo poemas de Benedetti’, destacó.
De igual manera, Del Río recordó los viajes de Saramago a México, entre ellos, el que realizó a Chiapas, luego del estallido del movimiento zapatista.
‘Ahí, no convivimos con zapatistas, ni con el subcomandante Marcos, sino con la comunidad, que es quien no tenía nada que ver.
Hicimos un recorrido con Carlos Monsiváis y con el obispo Samuel Ruiz’, reveló.
En su oportunidad, el escritor Héctor Aguilar Camín recordó al autor de ‘La Caverna’, como un autor lleno de iluminaciones, nostalgia y juventud, como a un Premio Nobel que a los 87 años decidió hacer un ‘blog’.
Sobre el libro, refirió que se trata ‘un acto de frescura y una descripción de modo respecto cómo le funcionó el mecanismo literario’.
‘Es un libro emocionante, es una lección de literatura, humildad y de juventud’, dijo Camín al tiempo que mencionó que a casi un año de su muerte, ‘lo extrañamos y lo vamos extrañar más, y quienes lean esta obra más todavía’.
Reflexiones íntimas, comentarios sobre política, pensamientos o simples opiniones de los temas más diversos conforman este libro que cuenta con prólogo de Del Río y del italiano Umberto Eco, en donde la voz del portugués puede volver a escucharse nitidamente.
En cerca de 300 páginas, Saramago acerca al lector al mundo de Kafka, o a la inevitable tristeza de Charlot, o bien, describe la soberbia aventura de coronar la cima de la Montaña Blanca, en Lanzarote.
‘Sin duda el gran personaje del texto, es y será José Saramago, y los demás, son sus acompañantes muy queridos; el personaje final es este hombre que siguió escribiendo como si empezara hacerlo con esa frescura e integridad’, subrayó Camín.
Una cita de la publicación explica: «este es un libro de vida, un tesoro, un Saramago que nos habla al oído para decirnos que el problema no es la justicia, sino los jueces que la administran en el mundo» .
«No habrá más cuadernos, esa mirada oblicua para ver el revés de las cosas, la frontal, sin bajar nunca la cabeza ante el poder, sí para besar, la ironía, la curiosidad, la sabiduría de quien no habiendo nacido para contar sigue contando, y con qué actualidad ahora que ya no está y tanta falta nos sigue haciendo.
» Así son las despedidas de los hombres que saben que han nacido de la tierra y que a la tierra vuelven, pero abrazados a ella, con esa especie de inmortalidad que ofrece el suelo del que nos levantamos cada día, con nuevas experiencias incorporadas. Las de quienes son suelo y tierra, nuestro sustento, tal vez nuestra alma», concluyó Del Río.
Agencia El Universal