El príncipe William y Kate, los nuevos duques de Cambridge, abandonaron hoy el palacio de Buckingham en un helicóptero para iniciar su luna de miel, cuyo destino han conseguido mantener hasta ahora en secreto.
Las cadenas británicas de televisión ofrecieron imágenes de los recién casados caminando por el recinto del palacio antes de subirse en el helicóptero con el que trataron de evitar la persecución de los periodistas, en busca de privacidad para su viaje de novios.
Aparecieron cogidos de la mano, vestidos de manera casual, y se despidieron de varios empleados de palacio antes de marcharse.
Kate llevaba un vestido azul con falda por encima de la rodilla y una chaquetilla negra, y William camisa azul clara, chaqueta azul marino y pantalones de color beige.
El palacio albergó el viernes una cena y una fiesta ofrecidas por el príncipe Carlos, el padre del novio, a la que estaban invitados 300 familiares y amigos cercanos de la pareja, y que, según los medios locales, duró hasta altas horas de la madrugada.
Nada de sabe de la velada, en la que debían pronunciar sus tradicionales discursos de boda el padrino y hermano del novio, el príncipe Harry, y Michael Middleton, padre de la novia.
No estuvo la reina Isabel, ni su marido, el duque de Edimburgo, que optaron por dejar el palacio a los más jóvenes para que celebraran su fiesta y salieron de Londres para disfrutar de un largo fin de semana, ya que el lunes es festivo en el Reino Unido.
Sobre el destino de la luna de miel, todo son conjeturas.
El príncipe tiene una licencia de dos semanas en su trabajo como miembro de los equipos de salvamento y rescate de la RAF en la isla de Anglesey (Gales) y, según aseguran los medios locales, ni siquiera le ha dicho a Kate a dónde van a viajar.
Es conocida su pasión por África -en Kenia pidió a Kate en matrimonio-, por lo que ese continente podría ser el elegido, aunque también se ha hablado de lugares tan dispares como Jordania -país en el que Kate vivió durante dos años cuando era una niña- o de alguna isla de difícil acceso en el Caribe.
Otra de las apuestas más repetidas apuntan a Lizard Island, frente a las costas del estado australiano de Queensland, aunque esta opción parece más difícil dada la lejanía y que William solo dispone de quince días antes de regresar a su puesto.
También está la opción de que los recién casados sigan haciendo patria, como en el caso de la boda -para la que solo quisieron productos «made in Britain-, y que pasen la luna de miel en Escocia, donde el príncipe Carlos y la reina tienen propiedades.
El último destino del que se ha hablado es Chile, donde ambos pasaron una temporada entre la secundaria y la Universidad.
Agencia El Universal